Cap. 1

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Y aquí voy de nuevo.
Esta ya es la quinta vez que me digo que saldré de este bar e iré a mí maldito departamento a dormir.

Por milésima vez miro al chico que está detrás de la barra sirviendo los tragos al montón de borrachos, buenos para nada que están aquí.
Y sí, son ellos los buenos para nada, porque yo sí sirvo para algo, para "cagarla".

Le pido una botella de Tequila y recibo como contestación un simple y rotundo, no.

Siento un impulso de levantarme, obligarlo a servirme el tequila,  acariciarle la cara con un par de puñetes, e irme.

Hago un maldito intento por ponerme de pie y apenas logro mantenerme estable, carajo.
Puedo ver como se acerca aquél chico, con una mirada llena de lástima, no me mires así, no lo hagas.

- No te serviré un trago más, ¿entiendes?, vete a casa, descansa y trata de olvidarte de ella - decirlo es fácil, aplicarlo es lo difícil, en mí caso IMPOSIBLE. Y es que a pesar de mis tantas vidas, de mis experiencias, de mis intentos fallidos de "compromisos" jamás encontré y estoy seguro que no encontraré a alguien como ella.

- No puedo, no he podido y no podré - arrastro las palabras, veo como frunce el ceño y mira su reloj, entonces vuelve a su trabajo o eso creo, lo veo teclear algo en su móvil y vuelve hacia mí.

- Dime en dónde queda tú casa, te llevaré - añade esto mientras me mira seriamente.

-Ya me voy no es necesario que alguien como - en ese instante me interrumpe con un simple "Deberías cerrar esa boca", lo miro de muy mala manera, aunque de hecho creo que no le importa sabe que no puedo mover el culo de aquí.

Empiezo a caminar algo lento arrastrando los pies, sintiendo que el mundo da vueltas.

- Vivo en la calle sexta, avenida Las Américas - hace un leve asentimiento y prácticamente me arrastra con él a su auto. Empieza a conducir lento, de vez en cuando recibo miradas escépticas de su parte.

Para estar borracho entiendes muy bien las cosas.

Miro a través de la ventanilla y solo logro ver oscuridad, esa oscuridad que me está consumiendo día a día. No aguanto más y las lágrimas recorren mis mejillas, no me molesto en retirarlas, ¿para qué?, ¿por qué hacerlo?, si llorar por ella me hace débil, entonces lo soy.

El trayecto es largo y silencioso, por fin llegamos y detiene el auto.

- ¿Cuál de estas es tú casa? - me mira y en sus ojos percibo rastros de pena, pena por mí. Intentaría meterme en sus pensamientos, pero no tengo ganas.

- Es ese edificio, vivo en el quinto piso, cuarto "69" - no se porque, pero percibo que aquel número a este chico le fascina.

- Bien - se baja y me abre la puerta, sí como todo un caballero, llevando a su dama a un hotel cinco estrellas para después follársela. Bufé.

- No hacía falta que abras, ya iba a salir - lo miro directamente a los ojos.

-Solo camina, y trata de no caerte.

Paso por su lado y llego a la puerta del edificio, lo miro y le digo. - Puedes irte, aquí el camino es seguro - Me giro y empiezo a andar pero antes de desaparecer de su vista completamente le grito: -¡Gracias! -

Pude haber escogido el ascensor pero preferí las escaleras. 

Un escalón, dos, tres, perdí la cuenta de cuantos subí, hasta que llegué a mí puerta.

La abro y al entrar ahí esta él, mirándome de manera reprochante.

- Ya es hora, el consejo quiere verte, no estamos contentos con tu comportamiento, sabes que no te conviene portarte así - su mirada es sumamente fría, me atrevería incluso a decir que calculadora.

- Oh, ¿acaso ya es el diez de este mes? Porque puedo estar muy borracho pero se perfectamente que estamos siete y si mal no recuerdo no es momento de que estés aquí - mi tono es un tanto, bueno muy burlón.

Percibo como eso no le gusta, sin embargo, no dice nada. Se da la vuelta y empieza el pequeño viajecito a la comunidad de mi "Familia". Como siempre escucho el particular "clack" de sus dedos al chasquearlos.

Por supuesto, ese cambio drástico me aturde un poco. Aunque esperaba gritos y reproches, pero su actitud calmada me deja mucho que pensar.

Entre mis cavilaciones perdí la cuenta de los minutos y sólo reaccioné en cuanto estuvimos frente al consejo.

Puedo ver a todos estos rostros desagradablemente conocidos, primero analizo a los Jefes: Sebastián, el más "capacitado" para estar entre ellos, debido a su gran experiencia. Claro, según los que formaban parte de la comunidad. Para mí era uno más. Nada especial.

Susan, es la única mujer que está en el consejo, nadie sabe cómo logró estar entre ellos, pero muchos rumores se basan en que hizo una gran "concesión" para ocupar ese puesto. 

Benjamín, este desde mi punto de vista no tiene ni siquiera que estar ahí, aparte de ser un idiota, es lento en decidir cualquier tipo de cosa que suponga un mínimo de riesgo.

Noah, el mas joven y silencioso de todo el consejo, siempre actúa fríamente y no duda al momento de condenar o liberar a alguien de su padecimiento.

Cada cara la analizo, justo como ellos me analizan a mí, no supongo un verdadero peligro, pero tampoco estoy haciendo lo mejor para los suyos.

Sigo mi recorrido de sus rostros a todos los que forman parte de la GRAN COMUNIDAD, entre ellos están amigos de hace mucho tiempo, siguen iguales, su aspecto al igual que el mío, y que el de todos en esta sala es el de un hombre de veinte y siete años, claro que esto no define para nada nuestra verdadera edad, de hecho no se cuántos milenios llevo existiendo, pero sé que son varios.
Me giro para quedar cara a cara con mis opresores, los mismos que son "benévolos" frente a mi situación. Claro porque enamorarse para ellos es una simple situación que debería ser manejable.

-- Hijo - empieza a hablar Sebastián, mi padre - estamos al tanto de todo, sabes que llegará un día en el que ya no podrás socorrerla, ni protegerla. Las puertas de nuestra comunidad están abiertas de par en par, solamente para ti - puedo ver e incluso sentir como su mirada me incita a que regrese bajo su mando.
Desvío la atención y niego con la cabeza. Siempre es lo mismo.

—Si eso es todo, creo que debería de irme ahora. — mi voz es dura, más de lo que incluso yo quiero.

Doy la vuelta y empiezo a sortear a la gente que me rodea.

-- ¡Detente! Hay algo por lo que te llamé, debes saber que ella, que su nueva vida es un tanto más difícil.

DIFÍCIL.

-- Se claro Sebastián, a que te refieres con "difícil". Porque no es como si las otras vidas hubiesen sido fáciles. Ha sufrido varias calamidades. Ha pasado hambre, no ha tenido una casa y yo he estado ahí. ¿Qué podría detenerme? Nada.

Su mirada se vuelve feroz, es más puedo sentir su deseo de tirarse sobre mí y acabarme de una sola vez. Pero tiene un destello en ella lleno de malicia, e incluso parece desbrodar seguridad. Seguridad de ganarme.

--Ella será prostituta.

¿Qué?, no, esto tiene que ser una broma, una maldita broma.

—Eres un miserable hijo de puta — escupo esas palabras con todo el odio que puedo, me doy la vuelta y retomo mi camino.

AL DIABLO LA COMUNIDAD, AL DIABLO MI PADRE, AL DIABLO MI VIDA, AL DIABLO TODO. <<TODO>> MENOS ELLA.

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⏰ Última actualización: Feb 08, 2021 ⏰

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