capítulo 27

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" Yo creí que podía encontrar en ti, lo que siempre quise para mi ahora entiendo que era una ilusión; parecé demasiada diferencia la que hay entre tú y yo;  mirame ya no sé cómo explicártelo estoy aquí, que triste ver que tú no sientes lo  que siento yo. Duele ver que hemos llegado aquí, no me puedo imaginar sin ti."


Salí a la calle en busca de Bruno, no había rastro de él, maldije por mi mala suerte; estaba jodidamente enojada con Eric, ¿ porqué lo hizo?.
Aunque muy interiormente sabía sus razones, pero en ese momento no me importaban, nada fuera de explicarme ante Bruno me importaba en esos momentos. Fui hasta la oficina con la esperanza de encontrarlo ahí.

Toqué en su despacho pero no respondió.

— Bruno, por favor... No es lo qué estás creyendo— susurré en tono de súplica. No quería que Bruno mal interpretara todo, que pensara que aún estaba con Eric o que le había sido infiel, yo no podría soportar su odio.

Giré la perilla de la puerta, vi su espalda recta y ancha, sus hombros espaciosos y definidos, estaba de espalda a la ventana, tenía la espalda recta, era obvio la tensión que sentía; me acerqué con pasos nerviosos pero el no se inmutó en moverse.

— B... Bruno, te juro qué no es lo que crees— masculle en un susurró, acerqué mis manos a su espalda pero el se movió como si mí tacto lo quemará.

— No hace falta que me des explicaciones— masculló parándose frente a mí, tenía la mandíbula apretada y sus ojos estaban más oscuros de normal.

Su tono de voz era tan gélido que me erizó la piel, sentí pavor de lo que podría venir después.

— ¡No lo besé! el me besó a mí..
Sin mi consentimiento, estoy contigo y jamás podría... — mis palabras fueron cortadas por su interrupción.

— ¿Conmigo?—  sonrió de lado pero no su típica sonrisa, está era... Fría —. No te equivoques, Fara. Tú y yo no tenemos un contrato de exclusividad, ni siquiera una relación.

— Pero... Entiendo qué estés enojado...

—¿ Creíste que éramos novios o algo así?, perdón pero que yo recuerde nunca te lo he pedido y la verdad nunca he tenido la intención de hacerlo.

Sentí un balde de agua fría caer sobré mis hombros tras escuchar sus últimas palabras.

— Pero en tú casa, tú padre dijo...

— Mi padre hace todo por complacerme, hasta fingir que le caíste bien — masculló con tono arrogante— no te voy a negar que ha sido buen sexo pero he tenido mejor. Esperó lo entiendas porque no estoy para melodramas, ni escenas baratas de mujer  indignada.

— Estás mintiendo — susurré con un ápice de esperanza de que sus palabras fueran resultado del enojo.

— Es mejor que lo entiendas, me cansé, no te quiero más en mi cama.

— ¿ Te estás escuchando?— mis ojos estaban fijos en los suyos— sé que lo dices por lo de hace unos minutos con Eric pero...

Su risa me interrumpió.

— ¿ De verdad piensas eso?, por Dios sólo mirate— su mirada viajó por todo mi cuerpo de forma despectiva —. Ni siquiera eres mi tipo, fuiste sexo gratis, nada más.

— Eres un desgraciado, nunca te perdonaré esto—  musite en un hiló de voz.

— No cara, no es mi culpa que te confundieras, además cómo pretendes ser mi novia mientras estás con Eric... Eres demasiado fácil, no estás a mi nivel.

Mis manos tomaron vida propia hasta llegar a su rostro, le pegué una cachetada.

— ¡Veté a la mierda!—.  masculle a punto de llorar, pero no lloraría delante de él. Por la poca dignidad que me quedaba no lo haría.

Salí de su despacho, tomé mi cartera y me encaminé hacia el elevador. Inhale y exhale pero las lágrimas no cedieron, bajaron una a una, hasta que fueron aumentando y llenaron mi rostro. 

La impotencia mezclada con el dolor y la humillación, todo esto junto me quemaba por dentro.
El ascensor se detuvo y salí huyendo de éste, mis piernas parecían de gelatina y mis sentidos no funcionaban, choqué contra algo o alguien.

—¿Fara?.

La voz de Eric retumbó en toda mi cabeza, sus palabras que cobraban vida en ese instante, yo era un maldito juego, sólo eso, desdé un principio lo fui.

— Sacame de aquí— le supliqué con voz ahogada.

Una tasa de chocolate suele ser la solución de muchos problemas pero no de un corazón roto, terminé convirtiéndome en la sombra de Bruno, en el deseo de llegar a ser más que un simple reborcon; llegué a tal punto que fui capaz de crear una novela en mi cabeza.
Me convencí a mí misma de que me amaba, que muy en el fondo yo le importaba. Que esto que teníamos tenía futuro.

¡ Dios lo imaginé siendo mi esposo!.

Sequé una lágrima que descendía por mi rostro, Eric me llevó a su casa, estuvo conmigo toda la mañana y parte de la tarde, hasta que fui capaz de levantarme de su sofa para ir hasta mi departamento; Eric no hizo preguntas, no me juzgó, sólo estuvo ahí, abrazandome, diciendo que todo estaría bien. Saber qué alguien como él me quería y yo no era capaz de corresponderle sólo me hacía sentir peor.

Llegué al punto límite, las palabras de Bruno me hicieron entender que tan bajo había caído, hasta dónde he sido capaz de llegar por mendigar él amor de un hombre, he de decir que me he convertido en el ejemplo de lo que siempre odié, una mujer sin dignidad, capaz de entregar su vida por un hombre, él cuál no siente nada por mí. he tocado fondo, llegué al final.

AMORES QUE MATAN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora