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Solo veía oscuridad, pero aun así sentía; Sentía el aire, la brisa que soplaba, las hojas chocándose entre ellas, Oía los pasos de los animales, oía el bosque. Ella estaba sobre una canasta de tamaño grande y fondo suave , las hojas la acompañaban, y los animales la cuidaban. Una loba acercó su hocico a su pequeña mano, esta acarició al animal de colores oscuros que la observaba con cariño. 

Un sonido alertó a la loba que inmediatamente levantó sus orejas y comenzó a oír detenidamente a su alrededor en busca de peligro, al detectar un imprevisto dirigió su mirada al cielo, a la luz de la luna y aulló como solo un canino puede, pero antes de terminar su aullido algo saltó sobre ella, atacándola. Una lucha en la cual la pequeña bebe no entendía nada, pero entendía que los gruñidos que estos dos animales ocasionaban eran de algo malo, y al no poder hacer nada mas, comenzó a llorar, al poco tiempo una manada de lobos apareció. 

El llanto no cesaba, y se aumentó cuando la bebe notó el movimiento ocasionado por la canasta, el fondo suave le permitía no lastimarse, pero el movimiento era brusco, por un lobo que tomó la canasta y salió corriendo, ella no sabía lo que ocurría pero poco a poco su llanto disminuyó al ver a la luna, la brillante esfera color plata que iluminaba el camino con su luz, las estrellas parecían formar figuras que se movían, como lo era un arquero, que disparaba una flecha o formar animales que pareciera flotaran, volaran o caminaran por los cielos, la niña admiraba ese paisaje mientras la llevaban a la cima de una montaña, en la cual la depositaron suavemente. 

El mismo lobo que la llevó comenzó a aullar, de esta forma o advertía a algún animal, o lo llamaba. Fue lo segundo porque un águila de aproximadamente dos metros flotó sobre ella, mientras intercambiaba sonidos con el lobo, segundos después, el animal alado, tomó la canasta con sus patas y voló por sobre el bosque y las montañas hasta el amanecer.

Una brillante luz devolvió la conciencia a Selene, no sabía que había ocurrido, no sabía donde estaba, solo sabía que nuevamente estaba amarrada y que esta vez sería mas difícil escapar. Miró hacia los lados, no vio nada, luego elevó su cabeza y vio a Joaquín inconsciente sobre ella. ¿Que había pasado? No recordaba nada - Joaquín - Susurró - Joaquín - dijo un poco mas alto, y así lo llamó varias veces, subiendo el tono de su voz - Joaquín - gritó.

- No me llamo Joaquín - El chico miró confundido su entorno - ¿Que pasó aquí? - inclinó su cabeza para ver mejor a la castaña.

- Si no sabes tú, menos sabré yo -se movió intentando aflojar sus ataduras pero fue en vano, hasta su cabeza tenia limitaciones, solo podía mirar hacia arriba, hacia el frente y girar un par de centímetros a sus lados - Algo tiene este lugar con aprisionarme - dijo en un bufido la chica.

Parecía que J iba a decir algo pero sus palabras fueron ahogadas por una voz femenina que entraba al lugar - Oh, no puedo creerlo - chilló la voz - Le dije a Alex que los trajera en buenas condiciones, no que los amarrara - dijo su voz dulce pero algo irritante a la vez.

Sonó una campana y al segundo entró una ráfaga de agua que obligó a Selene a cerrar los ojos, pronto unas tenazas de cangrejo cortaron las ataduras permitiendo a Selene moverse, siguió al cangrejo con la mirada hasta que cortó lo que tenía colgando del techo a Joaquín, ocasionando que este comenzara a caer en dirección hacia ella, la chica de ojos grisáceos alcanzó a moverse antes de que el joven cayera sobre ella, pero la persona de la cual provenía la voz creó un colchón de burbujas que evitó que el pelirrojo se diera un golpe contra el rocoso suelo.

- Bienvenidos a mi humilde morada, jóvenes - Una mujer con cabello en ondas que revoloteaba a su alrededor llamó la atención de los presentes - disculpen las molestias, fue culpa de Alex - movió su mano adornada con elementos de oro y plata en círculos y de esta apareció un bocadillo - ¿gustan? - extendió su mano con el bocadillo demostrando una sonrisa.

La chica de 16 observó el bocadillo, la boca se le volvía agua de solo verlo, no había comido hacia mucho pero de todas formas no lo aceptó - No, gracias - dijo con una sonrisa y volvió a observar a la señora que no aparentaba mas de 30 años pero que aun así tenía dorados cabellos que caían en ondas sobre su cuerpo. Lucía un vestido en degrade que iba desde tonos morados, hasta un tono verdoso brillante. Sus pies iban descubiertos pero lo que mas le llamaba la atención a Selene de aquella señora era la forma en que demostraba poder, su mirada, su expresión, su porte y su elegante cuerpo decorado con oro y plata le ayudaba a expresar mas ese aura. 

- Yo si quiero - J acercó su mano para tomar el bocadillo pero la mujer le golpeó en esta.

- ¿Segura que no quieres, cariño? - la voz de aquella se le hacía conocida, pero era un vago recuerdo así que no estaba segura - muchas gracias,  señora. Pero no - dijo Selene intentando ser amable.

- No me digas señora, me haces sentir vieja - Soltó una pequeña risa - Dime Tiz - dijo sonriente mientras Le daba el bocadillo a Joaquín - Ven, pequeña. Déjame verte - se acercó velozmente a Selene antes de que esta pudiera reaccionar y la observo de pies a cabeza, por ultimo observó sus ojos, la castaña sintió algo de temor y curiosidad, pero aun así mantuvo su mirada fija en la señora, un brillo que comenzó morado pero que terminó en naranja envolvió por un segundo los ojos de Tiz y se esfumó con una escalofriante figura, algo que hizo que Selene retrocediera por la sorpresa, nunca antes había visto algo así.

La verdad detrás de los ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora