Cincuenta y siete

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No importaba la cantidad de tiempo que pasase, Otabek nunca volvería a ser la misma persona luego de lo ocurrido entre febrero y marzo de 2019

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No importaba la cantidad de tiempo que pasase, Otabek nunca volvería a ser la misma persona luego de lo ocurrido entre febrero y marzo de 2019.

Todavía podía sentir el frío mosaico bajo su mejilla, luchando por poder mirarlo una vez más, de poder guardarse el recuerdo de su rostro por un segundo extra. Podía revivir el verdadero dolor en el pecho y el abandono.

Y podía recordar la oscuridad de los días que le siguieron. La verdad oscuridad de no sentir absolutamente nada, ni la furia ni el dolor ni la venganza. Creyó que todas esas emociones se habían agotado un par de semanas atrás.

Celestino no esperó a que ninguno de ellos asimilara lo que estaba ocurriendo. Se dedicó a borrarlos de un plumazo del mapa.

Primero fue su deportación. La embajada kazaja quiso ayudarlo de todas las formas posibles pero no había mucho que hacer luego de que La Tríada presentase una petición del estado para sacarlo del país y prohibirle la futura entrada.

Fue un trámite largo, doloroso e innecesario.

Pero en medio de la soledad aparecieron dos figuras que lo ayudaron a llevar las cosas con un poco más de optimismo.

-Podemos armar el club de los deportados -se burló Leo enseñándole sus dos pasaportes, el estadounidense y el mexicano-. De todas formas ¿quién quiere vivir en esta isla infernal donde adoran al té como un dios?

-Y uno de sus santos es el fish and chips -agregó Guang Hong sacando la lengua con asco.

Otabek intentaba sonreír ante las ocurrencias y sonrisas de aquellos dos. En vistas de que su grupo estaba totalmente fragmentado, le alegraba un poco saber que contaba con dos presencias sanas en su vida.

Sin embargo había una tercera presencia que no se alejaba de la vida de Otabek. Cuando Otabek ya no tenía más dinero para rentar el apartamento y tuvo que vender su motocicleta, fue él quien lo recibió con los brazos abiertos en su hogar.

-Creo que mi mamá te quiere más que a mí -dijo JJ para animarlo.

Nathalie estaba todo el día asegurándose de que Otabek estuviese bien. Buscaba atiborrarlo de comida o procuraba que se sintiese como en casa. Él lo agradecía pero, en su interior, sabía que nada de eso funcionaba para que se sintiese mejor.

* * * *

El día que salieron los papeles de deportación, Otabek ni siquiera tenía un vuelo a Kazajistán. La embajada se ofreció a financiarle un vuelo pero él no quería regresar a un país que no veía hace casi diez años.

No se sentía que pertenecía a ningún lado. Pero también sentía que todo el mundo era suyo ¿era eso una consecuencia de los viajes interdimensionales? ¿Era porque sentía que su alma estaba muy lejos de allí, porque un solo universo se veía demasiado pequeño para él?

Cien mil universos a tu lado [Otayuri] - YURI ON ICEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora