Susurros de la memoria •PAUSADA•

Olvido

Mi corazón latió al ver esa sombra abrir la puerta, lo vi e inmediatamente me quedé muda. Era un ángel.

-Mamá... ¿estás muerta tú?-Le pregunté sinceramente. No había posibilidad de que les viera al tiempo que este obvio ángel enviado por mí.

-No, pero casi gracias a tu distraida mente.-Me dijo el ángel, era hermoso. Pelo castaño, ojos del color más oscuro posible y ropa blanca, del blanco más brillante.

-Sunbae-Dije, sin querer. No sabía cómo eso había salido de mis labios. Y me apené más cuando el ángel me lanzó una sonrisa cautivadora, de tal forma que iba a morir.

-Mamá, papá... Kan San, el ángel vino por mí. Creo que voy a morir.

Ellos no se percataron de él hasta que yo lo mencioné, aún así nadie parecía sorprendido u asustado. Todos tenían, más bien, una cara de alivio.

-¡Jan Di!... ¿estás bien?-Otros chicos entraron a la sala. Ellos lucían hermosos también, pero ninguno como mi ángel.

-My angel...-Pronunció él, sonrió con el sonido y lo absurdo de lo mismo.

-Jan Di, oye, por favor dinos que estás bien-Dijo el otro castaño, el pelinegro miraba a mis alrededores con preocupación ¿qué le pasaba? ¿estaba preocupado por mis instalaciones?

Hablando de eso, ¿qué hacía yo en un hospital tan caro? ¿Mi papá había pedido un préstamo nuevamente? Le miré acusadoramente mientras respondía a las preguntas de los chicos.

-Sí, me siento mucho mejor, gracias-Después de que mi padre se empequeñeciera en su sitio, volteé a ver a mis invitados- ¿Puedo hacerles una pregunta?

Me miraron con confusión los tres. Mi ángel solo sonrió.

-¿Quiénes son? ¿Los conozco?

Vi en todos los que se encontraban en mi habitación la más genuina sopresa y en la cara de mi ángel la preocupación pura.

-¡Jan Di! ¿No recuerdas a tu sunbae?-Dijo mi madre.

-Hermana, esa no es una buena forma de bromear con Ji hoo-nim.

¿De qué hablaban? Yo no les conocía. A ninguno de ellos, jamás les había visto. En realidad, el único que sentía como si le conociera era el ángel.

-Debes estar muy cansada-Sus palabras fueron suaves, simples y sutiles.-¿Por qué no te recuestas? Podemos dejarte.

Asentí, ¿era él mi doctor? Esperaba fervientemente que sí. Su apariencia y serenidad me intrigaba.

Cuando todos salían y mi familia me dedicaba una mirada rabiosa por algo de lo que probablemente yo no tenía idea.

-Sunbae...

El ángel se volteó, nadie más me hizo caso. Todos salieron y terminamos solos.

-Lo siento.