Prueba o verdad

16 2 0
  • Dedicado a a todas las prostitutas buenas que se ven obligadas a prostituirse.
                                    

Yo llevaba una vida perfecta, era una chica popular, en el instituto aplicada, con un adorable novio, con una familia perfecta...Pero todo se echó a perder.

Me llamo Erica Violette, lo sé, un nombre enorme y feo para una chica como yo, pero me lllaman Erica. Estudiaba último curso en el instituto Wallie Been, en una pequeña ciudad de Kansas, en medio de EEUU. Me despertaba a las siete, iba al colegio, comía con mis amigos, vuelvía, estudiaba, salía con mis amigos, cenaba y me dormía. Esa era mi bonita vida, hasta que fui allí.

-Oh, venga, no será cierto- me reprochó mi amiga gritando divertida al grupo -¡Erica no se atreve!- Todo el mundo empezó a soltar murmullos de asombro, quejas y risitas.

-¡No voy a hacer eso!

-Joder, Erica, que no es nada. Si juegas, juegas- bufó otra chica descontenta. Suspiré resignada. No me quedaba otra, al fin y al cabo de eso se trataba prueba o verdad.

-De acueeerdo, lo haré. Pero que sepáis que sois muy malos.- lloriqueé. Todo el mundo estalló en grititos de alegría y risas.

-Lo harás genial, amor. Solo tienes que ir allí, pedir un sitio y salir corriendo. Será divertido, y nosotros te esperaremos en la furgoneta.

Sonreí y lo besé en los labios. Aaron era un amor. Nos montamos todos en la furgoneta de Jared y este condució con la música a tope mientras todos me animaban, y yo, agobiada, pensaba en cómo lo haría. Cuando llegamos, Jared paró el motor en una explanada a unos treinta metros de la entrada. Todos me desearon suerte, Aaron me besó y yo bajé, en un silencio sepulcral. El corazón se me salía por la garganta. Paré en la entrada para recobrar el aliento, y noté a lo lejos todas la miradas de mi grupo, el de los populares del instituto. Miré el letrero del local, di un paso, y entré.

-Buenas noches, querida- me saludó un barbudo que me recorrrió el cuerpo con la mirada -¿Has perdido algo, o vienes aquí a drede?

Tragué saliva y hablé, tamblorosa, pero en mi interior, divertida.

-Sí, quería una plaza- dije, con la voz mas seductora posible que pude. Al viejo se le saltaron los ojos, y sonrió lujorioso.

-¿Otra broma? A mí no me la cuelas,  jovencita. ¿Tus amigos te esperan fuera? Pues no, me he cansado.

Asustada, me giré para salir, pero otros dos hombre habían cerrado las puertas.

-No llores, guapa, no llores. Aquí esta uno para divertirse y pasar un buean rato. Bienvenida, mi cielo, al prostíbulo Pleraz.

Mi vida...allí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora