Capítulo 1

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–Estás expulsada. Vete de mi clase.

Que cariño me tenía el profesor, pensé mientras bajaba a la sala de expulsados, donde había otro profesor de guardia (que siempre estaba cuando me expulsaban) y el chaval de siempre. Ese chico siempre estaba expulsado, por lo que contaban, era muy mala influencia, así que mejor me alejaba de él.

–Amil. Haz esta tarea con tu compañero.

Me acerqué a él y comenzamos a hablar. Decidí no hablar mucho, porque no quería que la gente se me pegara por interés. A mis 16 años, ya había sufrido muchas traiciones, y no quería volver a pasar por lo mismo.

–Tu compañero está tratando de ser amable contigo y tu solo contestas con sí o no. Tienes una falta de comportamiento por esto, si tienes otra se convertirá en un parte, y por lo que veo, otro parte más y estás expulsada dos semanas a casa.

Bajé la cabeza. Solo me expulsaba un profesor, pero era algo constante. Ni siquiera entendía el porque de la expulsión. En ese momento, mi móvil me traicionó y comenzó a sonar.

–Tienes otra falta. Parte. Lo siento, pero ahora llamaré a tus padres para que vengan a recogerte y a firmar los papeles de la expulsión.

El profesor se fue y volvió poco después con otro profesor para que se quedara con mi compañero, y así yo me fuese con él.

–Ninguno nos esperábamos esto de ti. –dijo el profesor mientras rellenaba papeles de mi expulsión.

–Si supiera porque me ha expulsado las veces que lo ha hecho...

–Él es diferente, Amil.

Sentí una lágrima bajar por mi mejilla.

–He llamado a tus padres. Han dicho que no pueden venir, que vendrá tu hermano.

Asentí y me dejé caer por la pared hasta sentarme en el suelo. No quería que mi hermano se enterara de esto. Posiblemente, estuviera enterado de todos los partes, pero nunca me había dicho nada.

Llamaron a la puerta y mi hermano entró a la sala. Me miró decepcionado, con una sonrisa triste.

El profesor se quedó sorprendido al ver quien era mi hermano. Sin dirigirme siquiera la palabra, firmó los papeles.

–Vamos a casa, petite.

Me levanté del suelo y cogí mis cosas. Seguí a Antoine hasta el coche y fuimos en silencio hasta casa. Subí a mi habitación y me tumbé en la cama. Antoine se sentó a mi lado.

–Me has decepcionado. –dijo Antoine.

No contesté y le dí la espalda.

–Me llegaron todos los partes que te pusieron, pero en ningún momento te dije nada, porque confiaba en ti, en que ibas a cambiar de actitud. –confesó.

–Solo me ha expulsado un profesor, varias veces, pero uno. Y ni siquiera se porqué.

–En los partes pone que no has hecho la tarea y que tienes una actitud chulesca en clase.

–Hago todos los días la tarea, de hecho, es en la que me ayudas siempre.

–¿Es ese profesor? –preguntó.

–Sí. Y bueno, no cambio de actitud de una clase a otra, y todos dicen que tengo buena actitud.

Antoine me abrazó.

–Ya iré a hablar con él. Tómate estas dos semanas como unas vacaciones.

–¡Ya estoy en casa!

El grito de Noa sonó por la casa y Antoine bajó a estar con ella. Después de que Anto se fuera, me quedé dormida.

Desperté al notar un peso sobre mi. Entre abrí los ojos y vi a mi sobrina sentada sobre mi, sonriéndome. Comenzó a acariciar mis mofletes como pudo y se tumbó sobre mí.

–¿La bajas luego tú? –me preguntó Noa.

–Sí. –dije haciendole cosquillas a Mía.

–Tu hermano estaba un poco tenso.

–Me han expulsado dos semanas.

Noa se sorprendió, pero tras explicarle bien todo, me abrazó y me dio ánimos.

Cogí a Mía y bajé a la cocina. Notaba a mi hermano más distante, y eso no me gustaba.

–Anto. No quiero que estemos enfadados. –dije bajando la cabeza. –Pensaba que me habías perdonado.

–Te he perdonado. Pero tienes que volver a conseguir que vuelva a confiar en ti. Estoy muy decepcionado, petite.

Él y yo (Theo Hernández) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora