Misión: primer día, tentación.

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El espeso bosque no dejaba ver más que una tenue iluminación que con debilidad se filtraba entre las ramas, estas mismas eran mecidas por el paso rápido y seguro de dos sobras, las cuales delataban su presencia por el crujido de la madera bajo sus pies, algunos pequeños animales se abrumaban a su paso, confundidos por no sentirles con anterioridad. El clima era cálido, pero comenzaba a menguar, pronto sería otoño, las hojas de algunos árboles empezaban a teñirse de rojizo.

Después de recorrer unos cien metros, se podía percibir una luz que daba por finalizada la arbolada, el primero en salir fue un pelinegro con una sonrisa petulante en los labios, ataviado con un traje jounnin completamente negro a excepción del chaleco verde militar, las pantorrillas y antebrazos vendados, así como la cinta ninja en su frente con la placa rasgada, volteó divertido sobre el hombro, topándose con el entrecejo fruncido de su compañero, uno que a su vez contaba con un uniforme similar sólo en color azul oscuro, con las mangas arremangadas hasta los codos, guantes de cuero, pantalones ligeramente cortos y de igual manera, una reluciente banda que denotaba la aldea que pertenecía, un remolino en medio de una hoja, la cual denotaba sus antiguos lazos con dicha tierra.



-¿No dirás nada? –soltó, ya corriendo por los pastizales.

-No cargaré con tu equipaje por algo así... -bufó, emparejándose con el otro.

-Vamos ¿Dirás que no fue divertido? –se notaba la burla en sus palabras.

-Hiciste trampa... -se excusó.

-¿Hacer trampa? ¿Quién empezó con lo de hacer una estúpida carrera?

-L-lo sé, pero es una misión seria y...

-¿Y qué? Sólo te toqué el trasero... -soltó una risilla.

-¡¡Eso mismo!! –se sonrojó- tramposo...

-Si fuera otra situación ni te quejaras –hizo una mueca con sus cejas al igual que le sonreía.

-Estúpido teme... -dijo por lo bajo- eso no fue sólo tocar, no puedes hacer eso y salir corriendo...

-¿Dijiste algo? –sonrió nuevamente, recibiendo una mirada fulminante.



Se encontraban a cuatro días de la aldea de la hierba, dirección donde se les había visto partir por última vez a los renegados de la niebla, a medio camino se encontrarían con rastreadores de gran confianza de la Mizukage, los cuales les seguían la pista desde hacía semanas, pero al desconocer el terreno del país del fuego, decidieron pedir ayuda a Konoha, la misión no tendría por qué sobrepasar los diez días, a pesar de ser ninjas de alto rango, los desertores eran pocos en comparación al escuadrón y el poderío de la pareja legendaria, aun así, tanto Naruto como Sasuke parecían entusiasmados por desentumirse un poco, el Uchiha tenía tiempo sin salir de la aldea por cuestiones de trabajo, el rubio parecía feliz y un tanto liberado por no supervisar todo el tiempo a sus alumnos, ya les hacía falta una misión rango "A" para variar, de cualquier forma, no podían dejar de molestarse el uno al otro, las tensiones entre ambos aflojaron después de dar el primer paso fuera de las murallas de la aldea, emocionados cuales gennin en su primera misión.

El sol les bañaba con calidez, el olor a hierba y flores salvajes, el silencio sólo interrumpido por sus comentarios, así como los sonidos de animales, el viento chocando fresco en sus rostros, llenando sus pulmones, liberándose con cada salto, como si en cualquier momento fueran a desafiar la gravedad, estirando sus músculos como hacía mucho, todo pasaba en una armonía casi nostálgica, y entonces, por un momento, pudo notar algo que se comparaba a la belleza de aquella naturaleza parcialmente virgen, la amplia sonrisa de Naruto, de pronto un fugaz recuerdo le dio de lleno en su mente, un chiquillo vestido de naranja, avivando su corazón, como reflejo, las comisuras de su boca se curvaron sinceramente, generando mucho más de lo que imaginaba en el otro, que nerviosamente se sonrojó.

Secreto a vocesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora