6. Sobrevivir un día más IV (20)

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La siguiente clase se impartía en los terrenos que rodeaban el Instituto. Unos carteles con forma de flechas flamígeras les indicaron el camino a través del bosque oscuro hasta un pequeño claro, en mitad del cual se erigía un trampolín de dos alturas, pero sin piscina debajo. Aquello le dio muy mala espina a Nameless.

Al ser clase obligatoria, había acudido todo el primer curso, del que poco a poco se iba quedando con las caras. Tras un minuto de espera, un hombre apareció en la parte más elevada del trampolín, que estaría a unos cinco metros del suelo.

–¡Bienvenidos, alumnos! –gritó con potente voz teatral–. ¡Ya habéis pasado por clases donde os enseñan a tener buena apariencia, a domar mascotas peligrosas o a ser peligrosos vosotros mismos, a esconderos en guaridas como alimañas o a dar la cara sin miedo, a dar buenos discursos (como el mío) y, si no me equivoco, os queda fabricar juguetes muy divertidos! ¡Pero aquí...!

El hombre dio un paso hacia el vacío y cayó como un peso muerto. Nameless no pudo evitar tensarse. En el último momento, él giró en el aire y aterrizó de pie haciendo que el suelo temblara y se levantara una nube de tierra que lo ocultó de las miradas. Cuando ésta empezó a aclararse, lo encontraron con una rodilla y un puño contra el suelo y la cabeza gacha.

–Aquí os enseñaré a sobrevivir –continuó al tiempo que se erguía rodeado aún por la nube–. Da igual si sois luchadores natos o ratas escurridizas, si sois inmunes al dolor o unos quejicas, si estáis locos o la lógica impera en vuestras cabecitas.

Al disiparse del todo descubrieron que se trataba de un hombre joven. Vestía una camiseta roja sin mangas que dejaba a la vista sus brazos torneados y su amplia espalda. Pantalones de deporte oscuros y zapatillas del mismo tono completaban su indumentaria. Tenía el pelo rojo oscuro, corto y totalmente despeinado, una pequeña barba de tres días y unos chispeantes ojos azules que le daban un aspecto pícaro y jovial.

–Soy Max Pain y os enseñaré a sobrevivir en cualquier situación –añadió para finalizar la presentación–. Lo primero que quiero es conocer vuestra resistencia, así que empezad a corred en torno al claro. ¡Vamos, vamos! –dio palmas para instarlos a empezar.

Hubo quejas por lo bajo y Nameless se alegró de haber empezado a entrenar con Roca desde el primer día. Mantuvo el ritmo durante un buen rato y fue quedando patente quién estaba en forma y a quién le pesaba hasta la existencia. El profesor pitaba con el chiflo para animarlos a esforzarse al máximo.

–¡Nameless, ven aquí! –la llamó Pain.

Ella se desvió de la columna que llevaba su ritmo.

–Tu estilo es misterioso, ¿no? –planteó el profesor.

–Sí, señor –jadeó y tardó un par de segundos en darse cuenta de que había respondido con demasiada naturalidad.

–Llámame Max o profe.

Ella asintió. Tenía narices los distintos grados de disciplina que exigía cada profesor.

–Bien. Por tu estilo es necesario que trabajes tu resistencia, que veo que la llevas bien, pero también tu aceleración. Así que corre hasta aquel árbol de allá –señaló la otra punta del claro– y vuelve lo más rápido posible.

Nameless inspiró hondo y salió disparada hacia su objetivo. Pasó bajo el trampolín, esquivó a unos alumnos por centímetros, haciendo oídos sordos a sus quejas, llegó hasta el árbol, lo rozó con las yemas de los dedos, derrapó al cambiar bruscamente de sentido, esquivó por milímetros a unas alumnas, cruzó el claro, pasó de nuevo bajo el trampolín y llegó hasta el profesor. Se detuvo jadeando.

–No ha estado mal, eres buena esquivando, pero necesitas más aceleración. Confío en que lo conseguirás, porque te he visto entrenar a menudo –añadió Max guiñándole un ojo.

Institute of Evil versus Heroes Academy (IEvsHA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora