"Ya no soy libre, ya no puedo hacer lo que yo quiero. Los objetos no deberían tocar, puesto que no viven. Uno los usa, los pone en su sitio, vive entre ellos; son útiles, nada más. Y a mí me tocan; es insoportable. Tengo miedo de entrar en contacto...
Bien, si han leído alguno de mis fanfics aquí o en Fanfiction, sabrán que suelo hacer un punteo de aclaraciones: eso es justamente lo que voy a hacer.
• Merlí es una serie genial de dos temporadas que pueden disfrutar en Netflix, cuyos derechos de autor no dejarán nunca que ni un sólo personaje sea mío (si fuera así tendríamos Brunol por cable). Les dejo otro sitio donde la pueden mirar: http://www.dailymotion.com/video/x54ldo5
• No es exactamente un fanfic, es más mi interpretación de los hechos con unos cuantos ajustes (quien ya conoce la historia me entenderá).
Ahora sí, ¡a leer!
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Bruno se iba a Roma.
Bruno se iba a Roma y no sabía cuándo le volvería a ver.
Bruno se iba con su novio el Nicola.
Bruno se iba sin dejarle más que el número del móvil y su Facebook.
Bruno seguramente no querría más problemas y evitaría contactarlo por cualquier medio.
«Brunosefue...»
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Bruno lo tenía mal, de verdad. El muy bastardo le había dicho que sólo se iría de vacaciones la última vez que lo vio en el colegio, pero luego fue a enterarse por voz de Tània que en realidad se cambiaría permanentemente de instituto para estudiar historia; todo por sugerencia —manipulación a los ojos del rubio, pues se había aprovechado del respeto que su alumno le guardaba— de la insufrible Coralina.
Entonces Pol, después de despedirse sin tener en cuenta que ese pudo haber sido el verdadero adiós, decide caminar hasta su casa con un ritmo más lento de lo usual. Cuando nota que la actitud del pelinegro esa vez fue demasiado extraña, el rubio se frustra y se detiene en una banca del parque que queda de paso mientras piensa qué rayos se supone que hará ahora además de trabajar. Piensa también en el día que se entero de la homosexualidad de Bruno y en todo el rollo del examen robado; en lo estúpido que fue el haberlo chantajeado con delatar a su padre y rebelar sus secretos, siendo que los Bergeron lo único que intentaban hacer era ayudar.
Pensó que todo aquello fue muy injusto puesto que el pelinegro incluso le había regalado una de las más grandes alegrías de su vida, cuando le rebeló que Berta en verdad no estaba embarazada; pensó que fue muy ingrato al pagarle a Bruno esa ocasión en que se mantuvo disponible para él por la muerte de su yaya −extendiéndole sus brazos cálidos e inspirando la suficiente confianza para soltarse a llorar−, con un faje nocturno que hirió al muchacho de los iris marrones más de lo que Pol podía de reconocer.
Pensaba en Bruno enamorado de él, viéndolo de reojo entre clases cuando creía que no lo notaba, bailando por los pasillos con el enérgico Oliver al admitir finalmente su atracción hacia el mismo sexo, chocando sus vasos de plástico al brindar por la superada agorafobia de Iván, en su sonrisa tímida al visitarlo en su primer día laboral para advertirle que Merlí planeaba su regreso a clases sí o sí; joder, que en aquella ocasión Bruno lo miró a los ojos y le dijo con todas sus letras que ya lo había superado, y se veía tan radiante, tan seguro de sí, que Pol por puro egocentrismo comentó: «¿No soy suficientemente atractivo para ti ahora?»
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