Esta historia fue creada para una amiga especial y muy querida, que soñaba con ser princesa, ¿sabéis qué? Todas las mujeres somos princesas, o al menos, así lo creo yo, aunque no vivamos cuentos de color rosa.
Me encantan las hadas, y como buena hada, se me ocurrió conceder ese pequeño deseo con esta historia.
Veréis que abundan los diálogos y la acción, y las escenas son rápidas; es por lo que pensáis, de las primeras historias que escribí, es así ^_^ Aun estaba en el instituto cuando la hice.
Puesto que se acerca de nuevo la misma fecha señalada en que se la regalé, y esta historia andaba guardada como tantas otras que atesoro, deseo compartirla con todos, especialmente con ella, que aunque no esté ahora aquí viviendo, espero que le llegue, que le haga recordar buenos momentos y le haga soñar de nuevo, porque todas las personas tienen dierecho a ser felices y no hay ninguna igual a otra.
Os dejo con la lectura.
Obra registrada número: 1308065544811
Aurora Salas Delgado©
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Capitulo 1
- ¿No hay nadie?
- No, - le contestó Leonardo en voz baja.- venga, apresúrate.
Sonia bajó hasta donde estaba su maestro y montó en el caballo.
- Vamos, hoy he de enseñarte cómo para el gran golpe.
- ¿Crees que lograré hacerlo?.- le preguntó.
- Vamos princesa, luego me preguntarás lo que quieras.
Ambos echaron a galopar.
La noche de verano era calurosa, pero un poco fresca a gracias a la brisa, el cielo estaba muy estrellado. A lo lejos se veía el pueblo, con algunas luces encendidas. El castillo se levantaba ante él con sus cuatro majestuosas torres.
Leonardo se adentró en el bosque; Sonia se fijó que la luna llena formaba sombras fantasmagóricas, pero no le dio miedo, estaba acostumbrada.
- Aquí estamos bien.- dijo Leonardo parando su caballo.
Sonia observó el lugar, habían subido la montaña; ahora el castillo estaba enfrente y el pueblo a sus pies.
Un río pasaba por el lugar en donde estaban, a sus espaldas, oculto por la espesura del bosque.
Ella bajó de su caballo.
- Ten.- le dio Leonardo.
Sonia cogió la espada, la manejó haciendo unos leves pasos.
- Espero que la reina no se dé cuenta, me mataría delante de mi padre.
- ¡Oh, vamos pequeña! Tu madrastra no se enterará. Lo sabes.
- Creo que sospecha, Melisa también.
- Deja de preocuparte por eso. Venga, empecemos.
Leonardo era mayor, pero joven, entrando a los cuarenta. Era un caballero, el mejor de todos, que vivía en el castillo, el más cercano a su padre, el rey Humberto; era amante de aventuras y le gustaba enseñar a Sonia a luchar, desde pequeña la había cuidado. Pues la madre de la joven princesa murió y no se supieron las causas. Su padre, el rey, se casó de nuevo, pero la mujer con la que se casó, que ya tenía una hija, Melisa, no cuidó de ella, por lo que Leonardo se encargó de su educación, y para él, era su hija, su más preciado tesoro.