He relatado ya en otro libro la historia del sitio y la guerra de Troya.
En esa historia se hablaba de cómo la bella Helena abandonó a su esposo Menelao, rey de Esparta, para marcharse con el Príncipe París a Troya, y de cómo, respondiendo al llamamiento de Agamenón, el gran monarca de los griegos, se reunieron las naves negras de todos los reinos e islas de Grecia, haciéndose a la mar para conquistar Troya y recuperar a Helena.
El sitio duró nueve años, y en ese tiempo muchos grandes héroes, griegos y troyanos, murieron combatiendo. Sin embargo,gracias, a un ardid de Ulises, rey de Ítaca ( no en vano se le conocía como el fecundísimo en recursos), un puñado de griegos, escondidos en el vientre vacío de un enorme caballo de madera, se introdujeron en la ciudad y, aprovechando la oscuridad de la noche, abriendo sus puertas para que entrasen sus camaradas de armas.
Así fue conquistada y saqueada Troya. Los hombres fueron pasados a cuchillo y todas las mujeres fueron convertidas en esclavas, a excepción de Helena, cuyo esposo la decidió en su nave con todos los honores para volver a hacer de ella la reina de Esparta.
Y las naves negras regresaron a sus hogares.
Una vez en alta mar la poderosa flota se dividió, y cada jefe marcó el rumbo que habría de devolverlos a las anheladas playas. Algunos los alcanzaron sanos y salvos; la desgracia cayó sobre otros durante la travesía, pero encontraron la muerte a poco llegar.
Está es la historia de Ulises y de las mucha aventuras que, de regreso a Ítaca, vivió durante su largo viaje por mar.
Capítulo 1EL SAQUEADOR DE CIUDADES.
Muy poco después de que Ulises separase de sus doce naves del grueso de la flota, el viento del sudeste le llevó hasta la costa de Tracia, cerca de la ciudad de Ísmaro, situada entre las montañas y el mar.
Los tracios habían sido aliado de Troya durante la reciente contienda, y los hombres de Ulises todavía se consideraban en guerra con ellos, por lo que, nada más desembarcar, entraron a saco en la ciudad, respetando tan sólo la casa de Marón, sacerdote de Apolo, que estaba rodeada de un bosquecillo de laureles sagrados. El sacerdote, hombre rico, agradecido por el trato recibido, hizo espléndidos regalos de Ulises cuando se separaron: oro en abundancia, una crátera de plata para realizar mezclas y doce grandes tinajas de un vino tan oscuro, tan denso y tan fuerte que, a la hora de suavizarlo, sólo se necesitaba una medida de vino por cada veinte de agua.
Los hombres de Ulises, cuando terminaron el pillaje y regresaron a sus naves con el botín, no quisieron hacerse a la mar aquella misma tarde, desoyendo los consejos de Ulises : al ver que disponían de abundante vino y de ganado bien cenado que sacrificar, se quedaron en la orilla toda la noche, comiendo y bebiendo. Mientras así se holgaban, algunos habitantes de la ciudad corrieron a avisar a sus vecinos de las granjas cercanas y de los pueblos del interior; los recién avisados se vistieron para la guerra, empujaron sus armas y se realizaron en silencio aprovechando la oscuridad de la noche. Y al amanecer atacaron atacaron los griegos que seguían en la orilla.
Los hombres de Ulises, pese a tener la mente poco clara por haber comido y bebido en abundancia, lucharon con denuedo durante toda la jornada, pero al empezar a ocultarse el sol hubieron de retroceder hacia sus naves, por lo que, cuando zarparon para dirigirse a alta mar, habían dejado más de setenta compañeros muertos sobre la playa.
Entonces Zeus, el amo del trueno, desató contra ellos al furioso cuento Bóreas, desencadenando una terrible tempestad. Y durante nueve días con sus noches los vientos contrarios los llevaron perdidos a través del impetuoso mar, hasta que al décimo encontraron refugio junto a las blancas arenas de una isla verde y paradisíaca, lugar donde atracaron las naves. Amainada la tormenta, desembarcaron e hicieron aguada en un manantial que burbujeaba entre helechos y musgo; y Ulises envío a tres hombres en busca de los isleños, a fin de manifestantes sus intenciones pacíficas, con la esperanza de obtener alimentos y ayuda para el viene.
Pero los tres enviados no regresaron y, al cabo de algún tiempo, Ulises y dos de sus compañeros fueron en busca de los desaparecidos. Pronto descubriendo que los pacíficos habitantes de la isla no comían otra cosa que el dulce fruto de los lotos que allí crecían, y que cualquiera que probara aquel alimento se olvidaba por completo del pasado, perdía todo deseo de la vida activa, y su única ocupación era dormir, gozando de sueños felices y olvidando por completo del mundo. Ulises halló finalmente, perdidos entre los isleños, a los tres marineros, que sonreían felices, con la mirada ausente y sin intención alguna de regresar a sus hogares.
Supo entonces que se encontraba en el país de los lotófagos y que sus hombres habían comido el fruto del logo.De nada servía llamarlos por su nombre, ni recordarles las familias que esperaban su regreso. -¡En pie!-les conminó. -¡Vamos, poneos en pie y seguidme!
Con la ayuda de sus dos compañeros, Ulises logró levantarlos y los condujo a la fuerza hasta las naves.
Una vez allí, los ató de pies y manos, los arrojó a bordo, gritó a sus hombres que izaran velas, y, una vez más, pusieron proa hacia alta mar.Si queréis que suba el capítulo 2 decírmelo, tengo el libro y lo que subo lo copio de el.
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Las aventuras de Ulises
AdventureFinalizada la épica guerra de Troya ,Ulises, uno de los caudillos griegos más afamados, emprende con su flota de naves negras el regreso a su añorado reino de Ítaca. En su accidentada y larga travesía, el héroe recorre multitud de escenarios y se en...