Capítulo único

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-¿Ya viene?- preguntó el chico asomándose por la rendija que dejaba la puerta semi abierta, solo para recibir un golpe por parte de Puppycat.- ¡Auch!

<Arruinas el elemento sorpresa.> - reclamó la felina criatura en la oscuridad.

-¿Podrían los dos dejar de hacer tanto ruido? Estoy seguro de que ella podría escucharlos a kilómetros.- reprochó Cardamon.

-Lo siento.- de disculpó Deckard en un susurro.

<Yo no pienso disculparme. No es mi culpa que él sea tan indiscreto.>- aseguró Puppycat, tan solo unos segundos antes de que Stiky corriera hacia la puerta y saliera del apartamento a toda velocidad.

-Oh, no...

-¿Stiky? ¿Qué estás haciendo aquí?- se escuchó decir a Bee a tan solo unos metros del lugar.- ¿Te has escapado de casa otra vez?

Los tres restantes en el apartamento escucharon atentamente como los pasos de la chica indicaban que poco a poco se acercaba. Se prepararon entonces para que en cuanto ella encendiera la luz...

-¡Sorpresa!- exclamaron en cuando una inocente Bee entró a su hogar.

-¿Pero qué...?

-¡Feliz cumpleaños, Bee!- dijo Deckard con una sonrisa acercándose a ella para darle un abrazo.

-¿Cómo lo...?- preguntó al corresponder.- ¿Puppycat?- llamó ella volteando hacia su compañero.

<Aun faltaba el tradicional canto y la extinción del fuego de las pequeñas antorchas sobre el postre decorado para que tú cumpleaños estuviera completo.> - explicó él.- <Parece que este ritual se hace rodeado de colegas, así que tuve que ir a buscar a estos plebeyos que llamas "amigos".>

-Awww, Puppycat...- dijo la muchacha conmovida tomándolo en brazos y estrujándolo.- ¡Gracias!

-Sopla ahora las velas o está cosa terminará por cubrirse de cera.- dijo el menor acercando el pastel. Con un brillo en sus ojos, Bee apagó las múltiples y disparejas candelas que entre los tres habían colocado.

-¿Cuál fue tu deseo?- preguntó el joven con una sonrisa.

-No puedo decirlo o no se hará realidad.- respondió ella con un guiño.

-Eso es tonto.- aseguró el infante.

<No te atrevas a contradecir sus ilusiones o te las verás conmigo.> - amenazó Puppycat.

Una vez que la pequeña celebración concluyera entre risas y rebanadas de pastel, Cardamon se retiró con Stiky asegurando que ya se hacía tarde y le aconsejó a Deckard hacer lo mismo.

-Gracias de nuevo por el pastel, Deckard.- agradeció la cumpleañera una vez que lo despidió en la puerta.

-No hay de qué, Bee. Espero que te hayas divertido.

-Así fue.- afirmó ella. Un silencio incomodo de apoderó de los siguientes segundos, en los que ambos buscaban evadir al otro con su mirada. Fue entonces cuando ella, en un momento de valor, le dió un rápido beso en la mejilla, antes de murmurar excusas sin sentido y terminar por cerrar la puerta de golpe, dejando del otro lado de esta a un confundido y sonrojado Deckard que poco a poco dejó formarse una sonrisa en su rostro antes de volver a casa.

<Fallaste.> - escuchó decir a su compañero.

-¿Qué?- preguntó sin saber a qué se refería.

<Sé que no era en la mejilla donde ese beso debía quedar.> - afirmó Puppycat con seguridad. Bee se sonrojó mientras él tan solo daba media vuelta para irse a dormir.

-Hey, espera.- llamó ella corriendo hacia él para tomarlo en brazos de nuevo.- Gracias de nuevo por la fiesta, Puppycat.

<Ya hemos hablado de esto. Hay una diferencia entre abrazar y exprimir las entrañas.> - reclamó intentando zafarse.

-Pero si no te abrazo con fuerza, ¿cómo sabrás que en serio de lo agradezco?- dijo ella apretujándolo con aún más fuerza.

<¡Tú quieres matarme, mujer!> - exclamó el minino intentando soltarse.

-No hagas eso. ¡Debo demostrarte que te quiero!- Bee se negaba a dejarlo ir.

<Si amas a alguien, debes dejarlo vivir.>

-No seas tan dramático.- dijo Bee finalmente soltando un poco el agarre para acariciar a un semiinconsciente Puppycat en sus brazos.

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