La experiencia le indica a un piloto lo que se siente cuando el coche se aproxima al
límite de sus posibilidades. Un piloto llega a estar cómodo conduciendo al límite,
hasta el punto de que, cuando siente que sus neumáticos pierden agarre, le es fácil
corregirse, detenerse, recuperarse. Saber cuándo y cómo puede esforzarse más allá de
lo normal es parte de su ser.
Cuando la presión es mucha y la carrera aún va por la mitad, un piloto al que un
competidor persigue encarnizadamente es capaz de darse cuenta de que lo mejor
puede ser rezagarse para, en su momento, pasar desde atrás, mejor que mantener la
delantera a toda costa. En tal caso, lo que hay que hacer es dejar pasar al que te
persigue. Aliviado de ese peso, nuestro piloto puede mantenerse cómodo y a la zaga,
mientras que el que ahora va por delante de él se ve obligado a estar pendiente de sus
espejos retrovisores.
Pero a veces es importante mantener tu lugar y no permitir que nadie te pase. Por
razones estratégicas y psicológicas. A veces, un piloto simplemente debe demostrar
que es mejor que sus competidores.
Correr tiene que ver con la disciplina y la inteligencia, no con quién pisa más el
acelerador. A fin de cuentas, el que sea más astuto para conducir siempre es el que
gana.
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El arte de conducir bajo la lluvia
AléatoireEnzo sabe que no es como los demás perros. Él es un pensador de alma casi humana. A través de los pensamientos de Enzo, que en la víspera de su muerte hace balance de su vida y rememora todo lo que han pasado él y sus amos, se desarrolla una histori...