Capitulo 8

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Oh, sí. Aquellos ojos azules que siempre había visto con inocencia, ahora estaban cargados de secretos y ya se estaba preguntando cómo serían aquellos ojos cargados de pasión. De pasión por ella. La idea le tensó el cuerpo y sintió una palpitación que no tenía nada que ver con la amistad.

-Tienes razón -dijo.

-Vamos a salir de aquí-

-¿Y qué pasa con tu cena?-

-La verdad es que no tenía hambre, pero si quieres, podemos pedirle a Janice que nos lo guarde en un recipiente-

-No te molestes. No durará con este calor-

Harry sacó la cartera del bolsillo trasero al mismo tiempo que Pamela abría el bolso.

-Guarda el dinero, Pamela-

-Pero si siempre hemos pagado a medias-

-Nuevo juego, nuevas reglas. Eres mi cita y la cena corre de mi cuenta-

El gesto le gustó más de lo que se atrevía a admitir.

-¿No te estás tomando esto un poco literalmente?-

-Para nada. Esperaría que cualquier hombre en mi posición tuviera la cortesía de invitarte a cenar. Como expresión de gratitud-

Pamela se quedó sin aliento ante aquella galantería. No le extrañaba que las mujeres cayeran rendidas a sus pies. Ella nunca lo había entendido, pero también era cierto que nunca había desplegado todo su encanto con ella. Janice se acercó a ellos.

-¿Se van tan pronto? -entonces miró los platos con sorpresa-. ¿Algo malo con el rollo de carne?-

-No -dijo Pamela-. Nosotros...-

-Dios mío, estás toda sofocada -Janice le tocó la mejilla-. Niña, estás febril. Seguro que va agarrar la gripe-

-Eso creo yo -intervino Harry-. Por eso decidimos irnos-

-Mi Steve le agarro la semana pasada. Cualquiera pensaría que un microbio no puede sobrevivir con este calor, pero hay una buena epidemia. Lo mejor será que te meta en la cama-

Pamela sintió más ardor en la cara y no se atrevió a mirar a Harry.

-¡Mírala! -exclamó Janice-. ¡Está ardiendo! Será mejor que la lleves a casa. Venga, Márchense ya-

Aunque Pamela hubiera querido salir corriendo, se obligó a caminar como una enferma al preceder a Harry hacia la entrada. Salieron entre un coro de buenos deseos de los demás comensales.

Harry la ayudó a subir a la furgoneta.

-Bueno, al menos no han sospechado nada. No podemos seguir con esto. Muy pronto, todo el mundo en el pueblo sabrá que me llevaste a casa desde el Nugget y...-

-¿Y qué? -arrancó y conectó el aire acondicionada-. No sospechan lo más mínimo. Es tu conciencia de culpabilidad-

-¿Estás seguro?-

-Por completo-

Mantén la frialdad, se dijo Harry a sí mismo. Se suponía que él era el experto. Si apretaba el volante con bastante fuerza, Pamela no notaría que le estaban temblando las manos. Y si notaba que estaba sudando le echaría la culpa a la temperatura. ¿Pero en qué se había metido? Todo su mundo esta trastocado. Si Pamela aceptaba, se harían amantes ese verano y ya había descubierto que era más posesivo con ella de lo que nunca hubiera soñado. Si el hacía el amor ese verano, aquella posesión podría descontrolarse. Y eso no podía permitirlo, porque ella se iría a Nueva York y conocería a otros hombres.

Y eso llevaría a... ni siquiera quería pensar adónde llevaría.

Se estaba volviendo loco, eso era lo que le estaba pasando. Pero no encontraba otra forma de solucionar el problema.

-¿De verdad que me vas a llevar a mi casa? -preguntó Pamela.

Harry la miró. Ella todavía no se había comprometido a nada.

-¿Quieres que lo haga?-

-La verdad es que no-

Proyecto de Verano (Harry Styles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora