22: Demasiado tarde.

42 3 0
                                    

Termino de cepillar mi cabello y coloco una bincha a la mitad de mi frente. Desde lo que sucedió en el campamento, usar bincha así se ha convertido en una costumbre de todos los dias.

Termino de atar las agujetas de mis zapatillas y bajo las escaleras. Beso la mejilla de mi papá y oigo el claxon de un auto.

—¿Quién será? —le pregunto a papá y este se encoje de hombros, pero sé que algo sabe.

Escuchamos el timbre y me apresuro a abrir.

—¿Tía? —se abalanza sobre mi y me estruja entre sus brazos.

—¿Qué sucede? ¿No te da gusto verme aquí?

—Por supuesto que estoy feliz de verte -siento unos pasos detrás de mi.

—¿Cómo estás, Kim?

—Muy bien, David —responde cortante. Quizá se enteró de su relación con Marissa.

—Y bien... ¿Quieres entrar?
—hablo para romper la tención.

—No cariño, primero quiero mostrarte algo.

—¿Qué es? —pregunto como una niña pequeña.

—¿Ves ese lindo auto a mis espaldas? —miro detrás de ella y se encuentra en precioso B.M.W rojo.

—Es muy hermoso, ¿tu esposo te lo obsequió?

—Así es —sonríe—. Me quedaré por aquí todo el fin de semana, así que por todo el fin de semana es todo tuyo —comienzo a dar pequeños saltitos.

Le robo las llaves y corro hacia el auto. Me monto en el asiento, me aseguro de que el cinturón de seguridad este bien puesto y lo enciendo.

—Keyla, solo recuerda no pasar los límites de velocidad, no quiero que tengas un accidente.

—No, claro que no.

Lo pongo en marcha y conduzco despacio, cuando estoy lo suficientemente lejos de mi casa, acelero un poco más. Me orillo en la carretera y marco al primer número que aparece en mis contactos.

-Holiss.

-¿Por qué tan feliz?

-Luego te cuento, ¿qué estás haciendo?

-Pues estaba viendo unos vídeos en Internet y tú sabes que sigue...

-Eres un asco.

-Estaba bromeando, tonta.

-Si, supongamos que si. Cambiando de tema, ¿qué harás esta tarde?

-Además de dormir y comer, nada.

-Bien, ¿quieres ir al cine o algo?

-Si, ¿a qué hora paso por ti?

-No te preocupes por eso. Nos vemos en el centro comercial de siempre, adiós -cuelgo.

Conduzco hacia el centro comercial y aparco el auto. Tomo las llaves y activo la alarma. Busco a Max por algún lugar y lo encuentro comiendo dulces en una banca.

—Sabia que te encontraría aquí
—le arrebato la bolsa y como algunas gomitas.

—¡Oye!

—Niñito, ¿ya compraste las entradas?

—No, yo que sabía que película querías ver.

Max se va por las entradas mientras yo termino de vacías la bolsa de gomitas. Decidimos ver Sing, aunque éramos solo dos adolescentes rodeados de niños no la pasamos tan mal.

Equal © [THE UNEQUAL II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora