#3: Besa una princesa impulsiva

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A pesar de tener al profesor Woods frente a ella, Charlotte no deja de ver el anillo que descansa en su dedo con ensoñación.

No cree que está siendo ridícula, tiene derecho de verlo tanto como le entren ganas, después de todo se lo dio la persona que más aprecia en el mundo y es el recordatorio constante de su compromiso.

Susie, quien está un asiento atrás, rueda los ojos con irritación porque Charlotte lleva la mitad de la hora viendo su mano y es realmente fastidioso cuando le pide que le explique de qué trató después la clase. De verdad lo detesta, y lo detesta más cuando no entienden sus explicaciones. No es una chica muy paciente.

Así que golpea a Charlotte en la nuca para que deje su ensimismamiento, no mide su fuerza y Charlotte termina estrellando su cara contra el pupitre.

—Ups.

Los chicos alrededor de ellas sueltan risas estruendosas burlándose y Charlotte la mira mal ya que Susie está riendo también, sus mejillas sonrojándose inevitablemente.

—Eres una idiota.

XXXX

—¿Qué sucedió durante la clase de Woods?—pregunta Victoria en forma de burla, mientras las cuatro chicas se dirigen a una mesa desocupada en la cafetería—¿Viste el pupitre muy solo y quisiste bajar a besarlo?

Las tres chicas ríen como si fuera un chiste buenísimo, no tanto por el chiste, si no más al recordar la escena.
—Eres tan graciosa—Murmura Charlotte con sarcasmo.

—¿Verdad? No sé qué hago perdiendo mi tiempo en esta escuela de pacotilla cuando debería ser comediante.

—Serias un éxito—vuelve a comentar de forma amarga, todas toman asiento y dejan sus cosas sin apuro sobre la mesa.

—¿Por qué estas tan amargada? necesitábamos reírnos, Woods nos tenia hartas, en serio, gracias por existir Charlie.

Charlotte le saca la lengua de forma infantil y fulmina a Victoria y a Susie con la mirada mientras busca refugio en los brazos de Michelle, quien palmea su enrulada cabellera como si se tratara de un cachorro.

Las cuatro comienzan por devorar sus alimentos, Victoria y Michelle optando por ensaladas, Susie un burrito y Charlotte degustando la hamburguesa más grasosa que ha probado.

Solo en la escuela tiene la oportunidad de comer lo que quiera sin remordimientos o sin tener que dar explicaciones y es por eso que aprovecha lo más que puede. Su madre siempre se pregunta porque nunca baja de peso a pesar de tenerla en una rigurosa dieta y bueno, he ahí la respuesta. Charlotte se cansaba de explicarle que, hiciera lo que hiciera, su figura no iba a cambiar. Sus caderas eran anchas en comparación con el resto de su cuerpo y lo seguirían siendo, no existía forma alguna de cambiarlo, y si la había, Charlotte no la conoce.

—Mmvamver una fiefta elm sábado—interrumpe Susie palmeando la mesa con su mano libre, Michelle hace una mueca.

—Traga antes de hablar Susie, por el amor de Dios.

Susie rueda los ojos tragando todo no sin antes murmurar un “Sabes que soy atea”

—Una fiesta, el viernes—anuncia para acto seguido restregar el celular en la cara de Michelle, solo para molestarla, la morena gruñe alejándolo de ella.

—¿En dónde?

—Tú no estás invitada—Michelle gruñe—En la casa vacía de los Ivanov—responde con emoción.

Los Ivanov, una familia de rusos que vivió un año en una casa casi totalmente apartada de la sociedad.
Abandonaron el lugar hacia tiempo y se rumoreaba que fue a causa de fantasmas o apariciones, nadie volvió a comprarla y actualmente se hacen fiestas en el lugar, no es muy seguro, Charlotte ha escuchado hablar de asesinos que ocultaban sus víctimas allí, ni eso ni los fantasmas parecían demasiado atemorizantes para detenerles de seguir organizando fiestas allí.

Al besar una princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora