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C a p í t u l o O1
resubido.



— ¡Yuu-san, ahora! —exclamó Shinoa. Su voz resonó entrecortada debido a la reciente falta de aire en sus pulmones. El esfuerzo físico que estaba ejerciendo al correr entre las ruinas de las afueras de Shibuya comenzaba a caer sobre su cuerpo bruscamente.

Apenas la indicación llegó a los oídos de Yūichirō, todos los sentidos del soldado se pusieron alerta, sacándole una sonrisa el solo hecho de saber que era, finalmente, su turno de actuar.

— ¡Asuramaru! —bramó con euforia, desenfundando su espada para luego cambiar la dirección de su corrida, dirigiéndose hacia el Jinete del Apocalipsis al que se enfrentaban.

Tan solo era un patrullaje a un radio cercano de los muros que protegían lo que quedaba de la civilización humana. Se suponía que no habría enemigos tan próximos a la capital. Fueron tomados por sorpresa en un descuido de Shinoa por comenzar a bromear y proponer la brillante idea de hacer su caminata más divertida con un juego: verdad o reto.

— ¡¿Qué crees que haces, idiota?! —exclamó Mitsuba al ver como el azabache se lanzaba en solitario en contra del monstruo.

Ahí estaba una vez más; aquella inevitable vacilación del joven Hyakuya a la hora de realizar el trabajo en equipo, acabando por actuar de manera impulsiva y temeraria, y sacando de quicio a la segunda al mando de aquel particular escuadrón.

— Yo lo ayudaré, luego lo regañas y golpeas todo lo que quieras —la rubia de coletas se volteó al oír la voz del segundo problemático bajo su mando; Kimizuki Shihō. Los orbes violeta de Mitsuba apenas consiguieron observar la imponente silueta de su compañero pasar rápidamente junto a ella y dirigirse hacia la dirección de Yūichirō.

Ambos corrieron sobre lo que quedaba de las calles que alguna vez formaron parte de una ciudad, evitando los escombros y basura acumulada sobre el pavimento destruido.

— ¡Ponte cómodo y disfruta del espectáculo, ese monstruo es mío, Kimizuki! —la emoción se denotaba en la voz de Yūichirō. Sentía la adrenalina transitar su anatomía completa a la vez que levantaba su espada, estando a tan solo unos metros de la criatura.

— ¡Deja tus alardes para cuando nuestras vidas no corran peligro! —replicó el de anteojos deteniendo su andar, dispuesto a observar como resultaría el imprudente actuar de su compañero.

— ¡Sólo observen como..– ! —su grito se vio interrumpido por el estruendo provocado por una de las extremidades del Jinete al moverse como si ahuyentara una mosca, Yūichirō era la mosca.

El cuerpo del azabache salió disparado varios metros hacia la derecha tras recibir el impacto. El resto del escuadrón Shinoa observó como su silueta chocaba en diferentes ocasiones durante su trayecto con los escombros para finalmente acabar contra lo que alguna vez fue un poste de luz.

— Tss —siseó Shinoa haciendo una mueca—, eso dolerá mañana.

— Demonios. Pero si no es más que un presumido —Kimizuki blanqueó los ojos al observar como Yūichirō caía inevitablemente inconsciente.

— ¡Es tu culpa por quedarte ahí parado! ¡Haz algo, maldita sea! —gritó Mitsuba, perdiendo la poca e inexistente paciencia que tenía.

Un molesto tic se formó en la ceja izquierda de Shihō al oír el grito de la rubia y notar que dicho ruido había llamado la atención del monstruo y ahora se volteaba hacía él.

Dio un respingo al notar como la gran bestia de especie indefinida comenzaba a correr hacía él.

Cruzó sus espadas frente a él, pero no había logrado reaccionar a tiempo. El Jinete ya estaba a punto de lanzar un golpe y él apenas había conseguido ponerse a la defensiva.

𝐏𝐑𝐎𝐏𝐄𝐑𝐓𝐘   ▮₊̇ °   MIKAYUUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora