- ¿A dónde piensas huir, pelirroja?
Se me cortó la respiración.
Era él.
Esa era su voz.
- A ningún lado...
Dije apenas mi respiración se reguló y a pesar de que la lluvia fuese fría podía sentir cierta calidez debido a que sus brazos me envolvían y pegaban a él con fuerza, pronto este agarre se hizo débil permitiéndome girarme para verlo y él se alejó lo suficiente como para que nuestras miradas conectaran.
- ¿De qué quieres hablar Charlotte?
- Tú nombre.
- ¿De eso?
Frunció el ceño extrañado y negué.
- ¡Que no sé tu nombre! Dilo primero...
Él guardó silencio unos segundos y luego habló.
- Ash.
- ¿Ash?
- Sí.
Ahora yo fruncí el ceño, todo este tiempo sin saber su nombre, preguntándome cuál era y regañándome mentalmente y no era más que un simple "Ash". Bueno, debía admitir que aunque sencillo, sonaba bien, me gustaba.
- Bien, Ash... Lamento lo que sucedió con tu hermana, sé que fue estúpido de mi parte permitir que mis amigos se inmiscuyeran en el asunto y te trataran así.
Él se cruzó de brazos y arqueó una ceja como esperando algo más.
- ¿Qué?
Pregunté esperando saber qué era ese algo más.
- Admite que estabas celosa.
Y aquí estaba de nuevo, la parte que odiaba de él, esa en la que se comportaba como un completo idiota.
¿No le bastaba con lo que había dicho? No era necesario admitir mi vergonzoso ataque de celos hacia su hermana.
- Quizás sí, quizás no, nunca podrás saberlo, querido Ash.
- Admítelo.
- No.
- Vamos, solo dilo.
- No lo haré.
- Si no lo haces no aceptaré tus disculpas.
- ¿Es en serio?
- Muy en serio.
- Eres un idiota.
- Aún no te escucho admitir nada.
Bufé. ¿De verdad tenía que ponerme en esta situación? Se sentía estúpida e innecesariamente humillante.
- Olvídate de eso, no admitiré nada.
- ¿No?
- No.
- Perfecto, no estás perdonada, nos vemos luego, ten cuidado con la lluvia.
Abrí ligeramente mi boca incrédula cuando hizo ademán de irse, él... ¿Me estaba chantajeando?
- Oye, no, espera.
Él se detuvo y giró sobre sus talones para verme.
- ¿Si?
- Bien, estaba celosa ¿contento?
Él sonrió juguetonamente.
- Muy contento.
- Estúpido.
Dije negando con la cabeza con mis ojos entrecerrados pero los abrí completamente cuando sentí que su cuerpo se acercó lentamente a mi hasta posar sus labios en mi frente. Estaba sorprendida, no me esperaba eso de él.
- Eres una buena chica.
- No soy un perro.
Reproché pero él solo bajó sus labios hasta mi mejilla y dio otro beso ahí, eso me hizo sentí un revoloteo en mi estómago que se volvía inestable y vergonzoso.
- No lo eres.
Reafirmó pero está vez besando mis labios. Yo lo veía venir pero me emocionaba tanto sentir sus suaves labios una vez más sobre los míos que admitiría una y mil veces estar celosa con tal de que me besara, esta era la otra faceta de él que tanto me gustaba, me atraía como no tenía idea. Envolví mis brazos en su cuello y lo atraje más hacia mi intentando intensificar el beso, él posó sus manos en mi cintura dejando suaves caricias con sus dedos, la lluvia no hacía más que darle cursilería al asunto, pero a mi me gustaba y sentía que no lo olvidaría, eso por un lado estaba bastante bien, me gustaba recordar a Ash, me gustaba recordar la forma en que sus labios se mueven tan sensualmente y su lengua se vuelve juguetona junto a la mía, eso se sentía demasiado bien.
Al momento de separarnos sentí que me faltaba un poco el aire y que estaba ligeramente turbada, es que uno de sus besos era capaz de mandarme a un viaje por la luna para luego dejarme caer en un mar de emociones.
- ¿Quieres tener un cita conmigo?
Y esta en definitiva era la cereza del pastel, no había forma de que fuese mejor, obviamente quería tener una cita con él.
- Sí. Obvio sí...
- Perfecto, dame tu número y te aviso cuando.
Asentí, parecía una pendejita ante él que se veía completamente en calma.
- Pero primero vamos a un lugar donde no nos mojemos, rojita, no puedo sacar mi celular aquí.
Lo seguí, por un momento había olvidado que llovía y que estaba completamente empapada, ni siquiera me molesté por su tonto apodo de "rojita", no, yo ahora estaba drogada de él y de su forma de ser.
¿Cómo podía caer tan rápido por alguien?
¿Qué tenía este chico que me volvía loca?
Eso era algo que necesitaba descubrir porque él se estaba volviendo mi jodida debilidad.
Caminamos unas cuantas cuadras hasta que llegamos a la pizzería, la cual estaba cerrada por obvias razones y debajo de la gran carpa nos detuvimos, él sacó su celular y yo le dicté mi número, luego él dijo que me llamaría así que no me debía preocupar por tener su numero, según él. Aunque yo hubiera preferido tenerlo al instante, pero claro, es que la paciencia no es una de mis mejores virtudes.
- No quiero que te vayas bajo la lluvia.
- Tranquilo, ya estoy mojada, no hay forma de que me moje más.
Bromeé mostrandole una sonrisa.
- Lo sé, pero te puedes enfermar.
- Eso no pasará.
Dije recordando la vez que me había mojado de camino a casa después de la escuela (ese día en que lo había conocido) y que al día siguiente para mi sorpresa no estaba enferma.
- ¿Segura no quieres pasar? Mi hermana te puede prestar ropa seca.
Negué avergonzada, después de lo sucedido no creía poder ver a su hermana a la cara.
- Es mejor que me vaya así o sino mi madre hará muchas preguntas.
- ¿Y si esperas a que deje de llover?
- Preguntará porque estoy mojada sino salí bajo la lluvia.
- Tienes razón.
- Nos veremos luego, Ash.
Él asintió y nos despedimos, caminé directo hacia mi casa y podía sentir como me observaba desde lejos, eso era bueno, me hacía sentir más tranquila.
Al llegar a casa mi madre me observaba desconcertada.
- ¿Por qué estás así?
- Está lloviendo.
Respondí con obviedad.
- Podías quedarte en casa de tu amiga y llamarme para que te fuera a buscar si se te hacía tarde.
Suspiré. De ninguna forma me libraría de los sermones y preguntas de mi madre.
- Lo siento, soy un poco cabeza hueca.
Concluí al cerrando la puerta del baño.
Una vez en mi habitación no pude evitar pensar en cómo la lluvia había sido un fiel testigo de como esto había comenzado y de como se iba construyendo paso a paso, unos más lentos otros más afanados y la forma en la que mi vida se había vuelto una montaña rusa de emociones desde que había conocido aquel chico llamado Ash, como todo era un día desastre y al siguiente el mejor de todos y simplemente porque era él el que estaba ocasionando eso, no entendía como tenía tanto poder sobre mi en tan solo un poco tiempo de conocernos, era peligroso pero a la vez el mejor peligro que podía experimentar, después de todo eso constituye estar enamorado ¿no? Es tener todo y a la vez nada, es entregarte a alguien con el riesgo de salir lastimado, es querer y odiar al mismo tiempo todo de una persona, es sentirte feliz y triste con cada cosa que pueda hacerte aquel al que tanto aprecias, después de todo estar enamorado es sentir que te pierdes en ti mismo para encontrarte en alguien más.
- Yo podría amarlo tanto como me odiaría a mí misma por hacerlo.
Concluí antes de cerrar mis ojos y quedar completamente embelesada por la magia del sueño.
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Mientras llueve.
RomanceEsta es la historia de una chica pelirroja que conoce a un chico arrogante que llama por completo su atención. A lo largo de la historia ambos empiezan amar y a odiar una parte del otro lo cual los lleva a tener una especie de relación de amor/odio...