Los ángeles ni la mitad de felices

167 22 15
                                    

¡Oh sí! -no tan felices los arcángeles-, llegaron a envidiarnos...

Edgar Allan Poe,
Annabel Lee.

Después de haber descansado el séptimo día, Dios pensó que el Paraíso debía ser cuidado y protegido. Entonces, creó a los ángeles y por último, al hombre y la mujer.
El creador les había ordenado que amaran a los humanos y los protegieran de cualquier mal. Pero aún así, ellos seguían amando a su padre por mas que protegieran a los seres humanos.

Los serafines no podían amarse entre sí. El amor estaba prohibido para ellos.
Ellos pensaban que el amor era el demonio mas peligroso de todos. Un demonio que hacía que desearan la carne del otro, mataran por el otro y murieran por el otro. No entendían como un demonio de tal perversidad podía lograr cosas increíbles y nefastas al mismo tiempo. Como algo tan horrible podía ser hermoso al mismo tiempo?
Hubo veces en los que decidieron cazar a ese demonio y darle muere, pero nunca lo encontraron. Por lo tanto, decidieron que no sucumbirían al poder de esa horrible criatura. El amor sería para cualquier ser en la Tierra, pero no para los ángeles. El amor no entraría en los confines del Cielo y tampoco infectaría a los que allí estuviesen!

Pero el amor era mas poderoso de lo que cualquiera quisiera creer y había ángeles que quedaban cautivados por su poder.
Sin embargo, ellos envidiaban a los que podían sentir amor, porque ellos no podían.


-No debemos olvidar nuestro deber en el Cielo- dijo un arcángel a sus hermanos- El amor no entrará. Muerte a la plaga de los hombres.
Arcángel cortó la cabezas de las dos ángeles. La multitud aplaudía.
Las dos ángeles se convirtieron en una luz y luego en estrellas. Símbolo de su separación y eterna existencia en la oscuridad.
La multitud empezó a dispersarse.

Ariel caminaba por los jardines del Paraíso. En el lugar que estaba, lo consideraba la parte mas tranquila debido a que no había nadie. Amaba estar en soledad porque no había nada que lo molestase.
Sin embargo, sentía que esta vez lo estaban siguiendo.
El ángel prestó atención a los árboles detrás suyo. Y allí lo vio: era otro ángel. Pero para él, era el ángel mas hermoso que había visto.
Ariel no sabía que hacer, solo podía sentir que había algo en su interior que era desconocido para él.
El otro ángel lo miró con curiosidad y admiración. Si lo miraríamos, sabríamos el significado de la mirada.

-Por qué me estás siguiendo?- preguntó Ariel.
-No lo sé- respondió el ángel- Nunca te había visto y siento que apenas hoy empiezo a darme cuenta de que estoy vivo.
-Tus palabras solo me confunden- respondió Ariel- Te pido que seas claro.
-Te pido que me perdones- contestó el ángel- pero no creo que pueda ser claro. Es como si no pudiera ser explícito con lo que quiero decirte.

El ángel empezó a acercarse a Ariel y puso su mano en su mejilla. Ariel cerró lo ojos y se dejó llevar por el contacto.
Quería hablar, pero de su boca no salía ningún sonido.
-Siento que eres lo mas hermoso que hay en este lugar- dijo el ángel.
-Te ruego- le dijo Ariel- que me rebeles tu nombre y yo te confesaré el mío.
-Soy Dante, ángel mío- le respondió.
-Soy Ariel- le respondió.

Se había sentido bien cuando Dante le había dicho que era suyo. Y eso era lo que quería, ser de él.

***

Desde entonces, ambos se escapaban a la Tierra para encontrarse. Ambos sabían que no podían estar juntos, pero no les importaba.
Con el tiempo, aprendieron lo que era el amor. Solían caminar entre los hombres y aprendían de ellos todo lo que se refería al amor.
En sus escapadas, se daban besos y caricias. Su lugar favorito era una cueva que estaba en una hermosa playa.
Con el tiempo, su pasión los hizo cumplir sus deseos de tenerse carnalmente.
Una noche, ambos habían hecho el amor y desde entonces, no habían dejado de hacerlo.
Pasaban mas tiempo en la Tierra que en el Cielo, solo para estar juntos.

Una noche estaban acostados dentro de aquella cueva, las sabanas cubrían la desnudes de ambos hombres luego de hacer el amor.

-Te amo- dijo Ariel- Te amo, Dante. Contigo aprendí que amor no es un demonio, es lo mas maravilloso que podríamos tener.
-Yo te amé desde que te había visto, Ariel- le respondió Dante- No sabes lo afortunado que soy al tenerte aquí conmigo.
-Yo siento lo mismo- le dijo Ariel- Nunca me había sentido tan vivo desde que te conocí.

Ambos ángeles volvieron a hacerse uno en cuerpo y alma.

***

Ariel bajó volando y llegó a la cueva, pero lo que encontró no fue nada grato.
Arcángel estaba en la cueva, a su lado habían otros ángeles.
-Llevenlo con el otro.

Los ángeles estaban concentrados en la plaza, listos para ver la ejecución.
Ariel y Dante estaban encadenados, Arcángel se acercó a ellos.
Los amantes se dieron una última mirada. Una mirada de despedida.
Arcángel levantó la espada y cortó las cabezas. El público gritó con admiración.
Todos estaban listos para la ascensión de los ángeles hacia las estrellas. Pero en vez de eso, las luces se dirigieron a la Tierra. empezaron a emitiese murmullos de confusión.

Arcángel no tardó en descubrirlo, extendió las alas y estuvo en lo más alto para que lo escucharan.

-El amor que se tenían fue lo que ató las almas de estos ángeles- dijo Arcángel- Hay lazos, que no pueden romperse por nada que exista en este universo, ni siquiera con el poder de los ángeles. Ellos irán a la Tierra y allí vivirán miles de vidas mortales juntos. Y cuando llegue el día del juicio, ellos regresaran al cielo y no habrá nada que amenazará con separarlos. Ese es su deseo y así será por los siglos de los siglos.

Fin


Los Ángeles Ni La Mitad De Felices Donde viven las historias. Descúbrelo ahora