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Encuentra lo que amas y deja que te mate.
Charles Bukowski.
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Actualidad

Erwin se movió a mi lado haciéndome despertar,  mire la hora en mi celular 4:35 volví a recostarme mientras el chico me abrazaba dormido.

La luz de la luna entraba por la ventana de la habitación como única iluminación.

Habían pasado diez meses de la muerte de Henry y aún seguía presente entre nosotros. Thomas de vez en cuando venía a saludar y pasar un rato, yo iba todos los meses junto con él o con Sarah a llevarle flores.

Todo había cambiado desde ese entonces, la vida continuaba pero su recuerdo me destruía completamente, más sabiendo que su asesino seguía con vida e intentaría lograr hacer otra de las suyas.

Sarah se había mudado junto a mí en un pequeño departamento al norte del Liffey, convivíamos de vez en cuando con su novio Bill o con Erwin quien venía prácticamente todos los fines de semana.

Volví a mirar la hora, 6:50 marcaba el reloj. Corrí el brazo de Erwin y me levante, era lunes por la mañana y el chico, a diferencia de mi, no tenía que trabajar. Opté por dejarlo dormir un rato más y me dirigí hacia el baño.

El departamento era pequeño, la cocina estaba dividida del comedor por una barra de madera que usábamos como mesa, teníamos dos pares de bancos altos que nos quedaban perfecto cuando Erwin, Bill, Sarah y yo estábamos juntos. Un sofá, que habíamos comprado entre las dos color gris, y un cuadro de París colgado detrás de él.

Nos encontrábamos en el cuarto piso de un edificio. El lugar tenía un gran ventanal en dirección a la calle, dos habitaciones y un baño que las dividía.

Abrí la ducha mientras me desvestía y luego me metí, al salir me cepille el cabello húmedo envuelta en la toalla de baño.

Tenía que prepárame para ir a trabajar, había conseguido un puesto en la guardia de la clínica de lunes a jueves, y además este era el final del segundo cuatrimestre de la carrera de medicina que cursaba de lunes a viernes.

Erwin estaba despierto cuando entre en la habitación en busca de ropa

—buenos días hermosa— murmuró con la voz ronca, le sonreí

—buenos días— me acerqué depositando un beso en sus labios. Nos habíamos vuelto muy unidos en ese tiempo, podría decirse que éramos pareja, aunque solo nos veíamos los fines de semana y aveces los lunes por la mañana

—¿tienes que irte ya?— pregunto cuando me aleje, asentí con la cabeza y él hizo un puchero —¿no puedes quedarte un ratito junto a mí?— negué

—si lo hago, no podré desayunar Erwin— el se levantó rápidamente

—entonces vístete que te prepararé el desayuno.

Sonreí por su acción, el muchacho pasó junto a mí agarrando mi cintura, me dio un corto beso mientras acariciaba mi mejilla

—falta poco para que pasemos más ratos juntos— murmuró entre besos

—solo esta semana — dije sonriendo, ya que en la segunda semana de diciembre comenzarían mis vacaciones y también las de el. Cuando se fue a la cocina aproveche a vestirme. Tome unos jeans y una camiseta blanca, junto con mis zapatillas del mismo color y recogí mi pelo mojado en una coleta alta.

Life And Concern Donde viven las historias. Descúbrelo ahora