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Tuve una vida feliz, junto a mi pequeña familia compuesta por mi papá y mis dos tíos. Mi tío Agustín, el mayor y más cuidadoso de la familia, se ocupaba de mí desde que llegaba de la escuela hasta que mi padre, Bautista, y mi tío Carlos, el menor de los tres hermanos, regresaban del trabajo. Ellos eran biólogos y pasaban todo el día en el laboratorio, hasta hace un mes cuando mi padre desapareció. Siempre fui un chico muy curioso y admirador del trabajo de mi padre, quien siempre dedicaba su vuelta a casa de todos los días para compartir tiempo conmigo.

Un día común y corriente, Carlos llegó con la mala noticia de que mi padre había desaparecido y que él no sabía donde estaba antes... Pero mentía, yo lo sabía, notaba que tenía algo oculto entre manos, se escuchaba fácilmente en su voz perturbada, pero no quise preguntarle nada. Mi inquietud por saber la verdad que ocultaba creció al escuchar que quería mudarse a otro lado, lejos de este lugar y de su laboratorio, evadió todas las sospechas haciéndonos creer que estaba cansado de trabajar todos los días, y que poseía el dinero necesario para estar todo un año sin la necesidad de trabajar. Pensó en Tierra del Fuego, que está del otro lado del país, para vacacionar. Yo no tuve ningún problema, pero es raro en él querer irse del calor de Misiones hacia el "fin del Mundo" en pleno Invierno.

"Por Dios, esa bestia acaba de derribar la puerta del otro lado del pasillo! Pareciera que sabe donde estoy oculto, no creí que fuera tan inteligente como para encontrarme. Tengo que escribir cada cosa que pase en este corto tiempo además de los hechos, para que puedan saber de lo que es capaz esta criatura."

Todo fue culpa de Carlos, el creó a ese monstruo, y ahora está tras nosotros por su culpa. Días antes de las "vacaciones" encontré unas hojas de él que describen los experimentos del laboratorio. Las encontré en su cuarto, lugar donde nunca me dejó entrar, mientras estaba fuera de casa. Esas hojas hablaban de una calamidad biológica: un experimento en el cual el ADN del ser humano es expuesto a una combinación con el ADN de animales específicos, aumentando sus capacidades físicas y con varios efectos secundarios en la mente (como el habla, por ejemplo), la idea era usarlos como arma biológica. No pude leer de qué animales se trataban, ya que mi tío llegó de improviso y tuve que salir del cuarto.

Pocos días más tarde nos fuimos en avión hacia Tierra del Fuego, y me di cuenta que llevaba esos papeles consigo todo el tiempo. Estaba indignado con él y con mi padre: "¿cómo pueden hacer eso con un cuerpo humano? Además de esos pobres animales a los que usaron como fuente del ADN... ¿Qué nivel de destrucción tiene la humanidad para manejar sus vidas y convertirlas en una amenaza?, ¿De que es capaz el ser humano?" Todas esas dudas inexplicables terminaron al bajar del avión y hospedarnos en la nueva casa.

Esa "choza" era una maravilla de dos pisos. En el primero: la cocina, el baño y el comedor, con una heladera llena de comida y bebidas, como para hacer una fiesta cada día por una semana entera. En el segundo, además de otro baño, había cinco habitaciones de lujo. Mis tíos dejaron el último cuarto para mí, donde se hallaba una computadora con conexión a internet, el lugar en donde estoy ahora mismo.

"La bestia acaba de salir del cuarto y derribó otra puerta, es solo cuestión de tiempo hasta que me encuentre y termine con mi vida. Pobre de ese hombre, seguramente está siendo dominado por el instinto salvaje de los animales en su ADN y su sed de venganza hacia mi tío, que está escondido en su cuarto, sólo y con las ganas de no haberse involucrado en ese juego de creer ser Dios..."

La primera semana en esa casa fue tranquila. Mi tío Agustín estaba fuera sacando fotos, le encantaba tener recuerdos de los lugares donde vacacionaba. Carlos estuvo con él en todo momento, a veces me pedía el cuarto para usar la computadora. Lo dejaba sin problemas, sabía cómo manejar la computadora mejor que nadie, mi papá me enseñó. Podía saber cada una de las cosas que hacía en la web sin ningún problema. En cuanto a mí, pasaba poco tiempo con mis tíos. Cada tanto salía con ellos y disfrutaba del paisaje, y de sus gritos incansables pidiéndome que me ponga algo más que la remera y los pantalones. La mayoría del día estaba fuera o recolectando información acerca de las cosas que hacía mi tío o de animales peligrosos. Cuando Carlos estaba abajo, o en el baño, yo aprovechaba e intentaba encontrar esos papeles para obtener más información sobre ese experimento.

En la segunda semana del mes, notaba una presencia más. La sentía cada vez que salía, o cada vez que bajaba a la noche para buscar algo para tomar. Sea lo que fuere, me despertaba cada día, inclusive hoy, a las tres de la mañana. Siempre bajaba por su culpa a tomar algo, o me despabilaba en la computadora. No me dejaba dormir, por más que quisiera no podía, eso me lo impedía, pero no lo sentía como algo malo. Cada vez que sentía esa presencia, no era un pensamiento frío, era más bien cálido, reconfortante, familiar. Mi tío Carlos, por alguna razón, también lo sentía... Pero no de la misma manera. Lo veía pálido, cada día más que el anterior, y temblaba mucho, Agustín creyó que estaba resfriado (al mismo tiempo en que pensaba porqué yo no lo estaba) y le pidió que no salga en toda la semana y que se recueste en su cama. Carlos, aunque pálido y temeroso, disfrutaba del calor de la televisión y de las charlas matutinas conmigo cada vez que iba a darle el desayuno o la cena. Puede que lo considere un ser inhumano, pero eso no me impide quererlo y pasar tiempo con el... Somos familia, después de todo.

"El monstruo acaba de salir del cuarto y derribó otra puerta. Pareciera que las abre en Zigzag esperando encontrar a algún ser viviente para acabarlo. Es inteligente, eso es muy notorio, entiende muy bien lo que hace. Es solo tiempo, el tiempo en el que una persona, como mi tío, puede arrepentirse de sus pecados, de las cosas que hizo. Tiempo en el que uno puede disfrutar de las cosas que hizo y arrepentirse de las que no. Tiempo, que dentro de poco va a perderse..."

Durante la tercera semana, hubo una noticia en la computadora que, en su mirada, se noto el intenso miedo que tenía Carlos: "Una criatura a eliminado parte de la flora y fauna de gran parte del Norte Argentino. Según los testimonios esa criatura no es ninguna que se haya podido reconocer. Supone tener pelaje y escamas, además de colmillos grandes y sorprendentes capacidades oculares. Los desastres comenzaron en Posadas, Misiones, y se dirigen hacia el sur a toda velocidad".

Carlos estaba perturbado, reconoció al instante lo que ocurría y, seguramente, creció su incesante miedo hacia eso. Noté que, sea lo que fuere, sentía que lo estaba buscando, lo que no entendía que como sabia donde encontrarlo. Además de eso, la presencia que sentía creció constantemente durante esa semana. Ahora tenía miedo, no sabía qué era lo que me observaba, llegue a distinguir unos ojos en la ventana de la cocina. Me pareció visualizar un ojo que simulaba ser humano y el izquierdo, intimidante, parecía asemejarse al ojo de un reptil.

El último día, o más bien, el primer mes en el que mi padre desapareció, nos encontrábamos todos abajo, cenando, orando por mi padre y rezando que este bien, este donde este. En ese momento una bestia de unos 1,90 metros derribó la puerta. Al entrar, mi tío Agustín, siendo el más corpulento trató de detenerlo pero fue golpeado por la criatura y, con la fuerza de un oso, voló del golpe de un lugar a otro, inconsciente. Carlos en ese acto tan aterrador me tomó del brazo y me llevó arriba, mientras esa criatura devoraba a mi tío.

"En este momento, esa criatura terminó de revisar ese cuarto y derribó la puerta de la pieza de mi tío. Creo que ahora lo está desgarrando, se escuchan sus gritos de desesperación. Que sonido más horrible el del grito humano, y mucho más de la desesperación y el deseo de la vida humana. Se lo merecía, realmente se lo merecía. Por haberle hecho eso, por jugar a ser Dios, por acabar con una vida que seguramente tenía familia, hermanos, esposa e hijos, que lo esperaban en su casa con los brazos abiertos. Ahora me doy cuenta que el que sigue soy yo, mientras mis brazos tiemblan mientras escribo, mientras que en mi alma retumban los gritos de mi tío... Y con la constante sensación, la necesidad, de ver a mi padre... Por lo menos una vez más..."

El experimento "B"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora