Es la puerta a punto de cerrarse.
Y Entró. Hizo sentir tres pasos pesados, puros, y un desliz sobre la baldosa gastada de la cocina mal iluminada por un otoño cerrado a las alturas, en sus ultimas horas.
Removió el primer cajón con sólo una mano, como quien busca la certeza entre las excusas, lo deduje sin un análisis del momento, pues los golpes sobre la pared, martillaban mientras hacia su ciega elección. Y luego a la vista, sus nudillos marcados en el yeso antes blanco marfil.
Es la puerta a centímetros de cerrarse.
Localizo en la "erre gutural" un torque, tensiono el epigastrio, y a pesar de la gravedad y la descarga de adrenalina, siento que mis piernas pierden sangre abducida por mi abdomen, y una muy tenue corriente eléctrica que paraliza cualquier reacción.
Estoy al descubierto, a la vista de todos. Solamente tengo la certeza que se ha ido.
En segundos pasará.
Podré respirar.
Acabó con toda respiración disponible en el piso 11, sobre los cuatro departamentos.
Y entró, con sus brazos semiflexionados y embebidos en sangre, con la agitación que me debía a mi, como si hubiese profanado la respiración de todos en ese lugar, y se las hubiera equipado. Ronco y desesperado. Dejando caer enérgicamente gotas de sangre y tejidos por el canto de su mano ejecutora, que fueron cediendo en cadencia, ya que ahora por su codo, el cual se alimentaba por imbibición, era el encargado de aumentar el ritmo y frecuencia de goteo por el simple hecho de sólo estar parado, y dejar en evidencia a la gravedad en su acción.
Levanto la vista. Unos ojos puntiformes que no reaccionaban a ningún estimulo lumínico, salvo a mis movimientos de retroceso. Volvió a mirarse su codo, como quien toma una decisión. Avanzo un paso, de inicio lento, que prefirió la altura que la distancia, y que lo culminó por apoyar sobre una laguna espesa, primero por su talón de suela alta, y dejando caer su zapato por la punta.Ha cerrado la puerta, como quien deja de respirar al final de una extensa inspiración.