Víctor Blade {1° Cuento}.

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Narra MT6.

Con solo hacer un leve movimiento con las manos un libro, de tapas moradas y con una espada, se abrió delante de ella -sus páginas tenían letras y algún que otro dibujo, bastante bien hecho, de los personajes-.

Con otro gesto el gato se sentó en su regazo para mirar como aquel objeto levitaba.

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Narra Megumi.

Su ropa habitual, los dos o tres primeros meses, también era la que solía llevar para asistir a clases, las pocas veces que lo hacía, y en general siempre que estaba fuera de su casa.

Pero al dejar el Sector Quinto, las cosas cambiaron: vestía el uniforme del club de fútbol. Señal de que no necesitaba seguir espiándolo, pero aún así, seguía viendo todos y cada uno de sus entrenamientos, a veces hasta lo seguía cuidadosamente hasta su casa o hasta el hospital.

Es cierto que los chicas del club de fútbol, sobre todo los más desconfiados, le pidieron que observara atentamente sus pasos y modo de juego, en resumen, que lo tuviera bien controlado para que no les causara un mal mayor.

Mas ahora no existía motivo para pensar que él podría hacer algo malo.

A pesar de eso, la chica observaba atentamente los entrenamientos, en solitario, de aquel peli-azul desde que ambos comenzaron a cursar el primer año de la secundaria Raimon, en el que al menos les quedaban otros tres meses más.

Para ella se había vuelto una rutina, que no la cansaba, mirar detrás de un árbol como su compañero de clase chutaba cientos y miles de veces un balón hacia la portería, con súper-técnicas o sin ellas.

Hoy el día resultó ser muy caluroso, pero eso no fue una razón justificada para que el chico no continuara con su práctica individual después del entrenamiento; por supuesto, su espectadora habitual estaba también ahí.

El aspecto del delantero cambiaba sutilmente debido a la alta temperatura y al enorme esfuerzo: pequeños mechones de pelo se pegaban a su frente por el sudor y sus mejillas se coloreaban de rojo cada vez más intenso, casi parecía que se iba a marear.

Al terminar, esa tarde, su botella, no se la bebió como solía pasar, sino que terminó recorriendo gran parte de su pelo, el cual había perdido su forma por completo, y cara ¡Qué envidia le tenía ella a esas gotas de agua en ese momento!

-Blade~.- Esa extraña conducta en el chico no fue lo único que le consiguió sacar una sonrisa de estúpida junto con un débil suspiro; además, le pareció ver una leve sonrisa. Claro que no pudo verla por mucho tiempo, el recién nombrado se giró hacia un lado y hacia otro, buscando a la persona que lo había llamado.

* * *

Al día siguiente Víctor no se presentó a ese encuentro no acordado, ni siquiera estaba ahí su bolsa azul marino. La joven, preocupada, se disponía a buscarlo por todo el instituto si hacía falta...

No hizo mucha falta, pues al girarse, apareció el jugador que durante tanto tiempo había estado observando, esta vez con su ropa informal.

-¿Se puede saber por qué sigues mirándome?- Preguntó, algo molesto.- Ya no soy una amenaza para el club de fútbol.- Añadió dejando a la pobre sin palabras.

-B-bueno, y-yo...- Miró hacia otro lado avergonzada hasta que finalmente se decidió por girarse otra vez hacia él y agachar su cabeza.- ¡Lo siento mucho! No era mi intención seguir mirándote p-pero...- Se veía incapaz de decir en voz alta la razón de que fuera una fiel espectadora suya.

-Mira, si tantas ganas tienes de verme jugar puedes hacerlo.- Dijo.-Pero más te vale que no vuelva a ser a escondidas, me incomoda.- Si la chica se hubiera atrevido a mirar podría haber visto las mejillas sonrojadas del chico, y esta vez no por el calor precisamente.

-E-está bien. A-adiós- salió corriendo hacia su casa sin dejar de mirar hacia el frente.

El hecho de que ella no se girara para mirarle lo alivió a la vez que lo entristeció. Él se hizo el tonto, haciéndola pensar que no sabía que ella se escondía, cuando en realidad él lo supo desde el primer día y no dijo nada solo para poder verla disimuladamente cada día al terminar sus prácticas.

* * *

Otro día había pasado. Para suerte del peli-azul la joven que durante tanto tiempo había observado estaba sentada en el banco mirando hacia el centro del campo y sonriente. «¡Qué bien, ha venido!» pensó el delantero.

-Hola, Blade.- Miró la chica hacia él.

-Hola, Shío.- Le devolvió una leve sonrisa.- Me alegra verte.

-Y-yo también me alegro de verte.- Dijo sonrojada.

Ver los movimientos del chico peli-azul con más cercanía era impresionante, mantenía la carrera con el balón de una punta a otra y después volvía a repetir otra buena serie de chuts, no paró de moverse en toda la tarde; de hecho, hoy parecía más enérgico que otros días.

La joven enamorada decidió acercarle la botella de agua que él siempre llevaba a los entrenamientos.

-Muchas gracias, Shío.- Puso una mano en su botella, pero antes de agarrarla entrelazó sus manos con las de la chica.- Pero ahora no quiero agua.

Después de soltar una pequeña sonrisa pícara y ver lo sonrojada que estaba la pobre chica, unió sus labios con los de ella y tras unos segundos se separó.

-Bla...- Antes de hablar fue cortada.

-Víctor, mi nombre es Víctor no Blade.- La abrazó cariñosamente y besó su frente.

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Narra MT6.

El libro se cerró y volvió a mismo sitio de la estantería de la que había salido.

-Gracias, Megumi.- El pequeño gato negro dio un salto al suelo.- Espero poder volver pronto para que me cuentes otra historia. Nos vemos.

-Adiós, saluda a los demás de mi parte.- Se despidió antes de sentir como la presencia del animal se desvanecía por la pequeña puerta.

Inazuma eleven & go One-shots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora