Años atrás...

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El sol se alzaba coronando las montañas más altas de aquella tierra, una tierra bellísima, y al mismo tiempo peligrosa, en el interior de extensos bosques de árboles milenarios, bandidos y criaturas se ocultaban entre las sombras, esperando a que algún descuidado entrase en su territorio, pero no solo existía el peligro y el temor, pueblos y ciudades gozaban de una gran harmonía, la alegría se contagiaba entre todos los corazones de los que allí vivían.

Solo cuando alguien osaba dirigir la mirada hacía el esbelto Castillo de Umbra su corazón se llenaba de temor, pues en aquella enorme y oscura construcción vivían los hombres más malvados jamás conocidos en el lugar, como líder de aquellos villanos se encontraba Capricornio, famoso por mentir constantemente, y por su gran ambición y crueldad, él y sus compañeros se dedicaban a robar, incluso asesinar, sembrando el pánico por las ciudades y sus alrededores, afortunadamente hacía bastante tiempo que no se sabía nada de ellos.

Durante meses ni un solo problema había alarmado a las gentes de aquellos pueblos y ciudades medievales, los comerciantes volvían a los mercados ahora con más seguridad y los recursos habían aumentado considerablemente, no obstante, algunos afirmaban haber visto una enorme sombra eclipsar el sol, segundos después cenizas volar más allá de las llanuras verdes y las nevadas montañas, cubriendo la tierra de gris, y tras ver aquel inexplicable fenómeno, imágenes, sin previo aviso, viajaban por las mareas interminables de las mentes de los testigos.

Años atrás, en una noche de invierno, el Castillo de Umbra ardió, iluminando la oscuridad con un fuego cegador, la luz de la luna y las estrellas murió entre pétalos grises de rosas ardientes, marchitándose y suspirando por última vez, mientras su aroma inolvidable se convertía en el hedor de la muerte infernal, muchos creían que el causante de aquel incendió fue simplemente la caída de un rayo, pero un rayo no cae en un día carente de tempestad.

No, no fue así, los que por la curiosidad habían sido atraídos vieron la verdad, cruzando entre las altas llamas, que lamían el firmamento, entre humo y cenizas, un hombre alto, vestido con un abrigo verde oscuro que le llegaba casi a los pies y un hurón sobre su hombro, apareció, caminado sin prisas, su cabello ondulado, cortado hasta el cuello era dorado, sus ojos azules como el hielo, dando una sensación de frio, helando hasta lo más profundo del alma, en su rostro, sobre su ojo izquierdo, dos líneas rojas sangraban, la sangre le bajaba por el pómulo hasta caer sobre su abrigo como la tinta derramándose por el papel, todos le vieron desaparecer en la niebla, aun avistando el fuego que surgía de sus manos.

Al día siguiente de nuevo se acercaron al castillo, ahora medio destruido, huesos desperdigados y montañas de polvo y ceniza cubrían la colina, más de la mitad de los hombres de Capricornio yacían ahí, convertidos en meras cenizas, y la nieve cenicienta voló con el viento de la mañana, se juntaron en una enorme nube oscura eclipsando el sol por unos instantes, las cenizas volaron de nuevo ahora desapareciendo más allá de donde la vista de las águilas alcanzaba, los testigos contemplando como la tierra volvía a mostrar el verde pronunciaron el nombre del causante del incendio, el hombre de las manos ardiendo, Dustfinger...

La historia de DustfingerWhere stories live. Discover now