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Quizá uno se dé cuenta cuando las cosas una vez que empiezan, van conducidas al fracaso.
Cuando la primera mirada lo dice todo.
O no nos dice nada.
Y es justo como asi empezaban todos y cada uno de los casos que, no importaba cuán implicados y cuan esforzados se sentían aquellas personas por resolver, terminaban sin una razón lógica.

Justo así es cómo empiezan las leyendas.
Esas que nos llenan de misterio, de pavor. Muchas veces son tan descabelladas que lejos de causarnos algún tipo de miedo, nos regalan una sonrisa. Este no es nuestro caso.

El ambiente en las calles de la ciudad de San Rafael, Veracruz, era extremadamente tenso en esos años.
Aún cuando todos estuvieran esforzándose por descubrir que persona en su sano juicio haría algo así, las cosas cada vez se ponían peor.
Enigmas que hasta la fecha no es posible aclarar totalmente.

Le llamaban La ojinegra.
Y ahora sabrás porqué.

Edith era una mujer bella. Lo suficiente como para conquistar a más de medio pueblo. Era querida por todos. Sus ojos color miel resaltaban de cualquier señorita que viviera por esos rumbos. El ejemplo de las pequeñitas del mercado, y ni hablar de las señoras quienes soñaba con una nuera como ella.
Para todos, Edith era un premio.

Pero los premios siempre traen secretos consigo.

Las cosas tomaron un giro tremendo cuando Edith conoce a un hombre que pasaba por su ventana todas las mañanas.
Con el paso del tiempo, se enamoró perdidamente de él. Se dice que pasaba a propósito para verla.
Luego de 2 años de noviazgo, se casaron.
La celebración más grande para algunos, una decepción para aquellos que no supieron conquistar a la dama.
Una noticia que, de igual forma, fue muy bien recibida.
Por esa noche, las cosas parecían ir muy bien.

La leyenda comenzó en la madrugada.

Un grito ensordecedor dejo atónitos a los alrededores, que provenía de la casa de los recién casados.
Unos minutos después la casa fue rodeada por algunos vecinos.
Los vigilantes de aquellos años alertan a los otros, y no les permiten la entrada.
Sólo ellos toman las medidas necesarias para meterse y averiguar qué es lo que está pasando.

Quizá es la escena más escandalosa, dura y gruesa alguna vez habían presenciado.

El hombre que apenas unas horas estaba más feliz que nunca, hoy yacía en el suelo aún con su traje.
Tenía rasguños en la cara, había un charco de sangre en la alfombra, llevaba quemaduras por la cera de las velas -que inexplicablemente se veían intactas en la mesa-, ¿qué razón había para hacerle algo así a un hombre?

Razones tras otras, la verdad no se descubre tan fácil.

Y ahí, al lado de la casa, mientras la lámpara sigue alumbrando la habitación de los recién casados; en el rincón donde la luz de la luna impacta sus rayos, está sentado una mujer con un vestido de novia.
Se mece lentamente mientras fijamente observa a su marido, y pronto comienza a llorar desgarradoramente.

Los vigilantes que trataban de ayudar a recoger, y claro, a resolver este conflicto, observan atentamente.

Hacía unas horas la habían visto con los ojos de color miel. ¿Porqué de repente resaltaban de negro?

Todos y cada uno de los vecinos se dedicó a darle el pésame.
Todos y cada uno trataron de reconfortarla, como si eso pudiera aliviarle del dolor.

Posesión De Medianoche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora