Se acercó a mi, por detrás. Tocó mi hombro y llamó mi atención.
Me di la vuelta, la observé a los ojos. Unos ojos tan profundos como dos abismos interminables, llenos de intriga y misterio.
La tomé de la mano, y avanzamos al vacío que nos rodeaba. Acaricié su sedoso cabello y ambos cerramos nuestros ojos.
Una melodía empieza a sonar y nuestros cuerpos se mueven al compás de aquella armoniosa música.
Sus pasos son tan dulces y tan suaves, como los pétalos de una flor. Se mueve de una forma maravillosa.
Toco su mano, se gira contraria a mi y seguimos bailando.
Intento acercarme a sus labios, poder rozarlos aunque sea, pero me esquiva y seguimos bailando de aquella forma tan esplendorosa.
Acaricio su pelo, que al bailar se mueve de una forma inigualable.
La miro a los ojos, le susurro al oido: te quiero, y se queda en silencio.
Se aparta caminando y luego de haber retrocedido algunos metros, se da la vuelta y corre hacia mi. Se entrega a mis brazos y la abrazo como nunca antes había abrazado a nadie.
Nuestras miradas nuevamente se cruzan y espero una respuesta al te quiero que antes había dicho.
No dice nada, se aparta de mis brazos y vuelve a moverse al ritmo de aquella melodía. Seguimos bailando de la única manera en la que podríamos hacerlo, sólo como danza de a dos.
Como danza de dos personas que se aman y se tienen el uno al otro.
Se aleja de mí y me detengo. Paro, para poder verla bailar.
Está tan concentrada, tiene sus ojos cerrados y pareciera que ni siquiera sintiera mi presencia.
Se detiene, me mira y de un momento a otro, se acerca a mí. La melodía empieza a bajar, el sonido ya no se escucha tan fuerte y pronto todo se vuelve un sólo silencio.
Me llama por mi nombre varias veces y reacciono.
La miro, miro a su alrededor, y estamos en el restaurant.
Me mira con cara extrañada y me pregunta: ¿qué ha ocurrido?, los chicos y yo sentimos que no estabas.
Observo a los demás que nos acompañaban y tienen la misma expresión que ella, vuelvo a mirarla a los ojos, esos ojos que me hacen suspirar.
Aturdido y sin saber que responder, sólo niego con la cabeza y seguimos con lo que estabamos haciendo antes.
Seguimos comiendo y la observo de reojo. Se estaba besando con su novio.
En eso recordé aquel sueño, aquel que recién había tenido y me di cuenta de que no había sido una danza de dos personas que se amaban y el uno al otro se tenían.
Había sido una en la cuál sólo uno de los amaba y a la otra persona nunca tendría.