Miente. Di que sientes lo mismo.

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Su voz me llegó a los oídos. Dios, esa grave voz. No me atrevía a mirar hacia él. ¿Qué pasaría si me pillase mirando? ¿Me consideraría una acosadora? ¿Una más de su club de fanáticas?

-Cloe, deja de soñar despierta.-dijo alguien a mi lado.

Rápidamente, salí de mi mundo. Inmediatamente, me llegó el sonido de varias personas hablando a la misma vez. Y de una voz muy molesta a mi lado.

-Mario, es en serio, cállate.-le dije.

Mario Marrero era algo así como “mi mejor amigo”. Veréis, nos peleábamos, pegábamos, insultábamos, molestábamos. Pero aún así era el único chico con el que podría hablar antes de que me pidiesen una cita.

-Tío, que no he echo lo de mates.-gritó.

-Coges el lápiz y te pones a pensar.-le solté.

-Me gustaría preguntarte a ti como se piensa pero no creo que lo sepas.-me dijo sonriente.

-Ya sabía yo que necesitabas ayuda para pensar.

Le di la espalda bruscamente. Recogí mi mochila del suelo y me la colgué en un hombro. Me dirigí hacia el edificio principal, no sin antes lanzar una sonrisa de victoria al chico sentado en la hierba que me miraba mientras sacudía su cabeza de un lado a otro.

-No llegues tarde al aula de castigo.-le oí decir.

Rayos. Es verdad.

Pregunta: Qué hace una chica de sobresalientes castigada?

Respuesta: Clase de geografía.

CLASE DE GEOGRAFÍA

-Mario, estate quieto.-le dije por la duodécima vez.

El pesado este no hacía más que acariciarme el pelo. No os confundáis. No es ningún acto de amor, es que simplemente le hace gracia como me estremezco cada vez que me tocan el cabello. Demasiadas cosquillas tengo yo.

-Que no. Que te calles que quiero oír el video.-respondió.

Suspiré exasperada. Misión imposible.

-Mira,- le espeté.-deja tus manos en su...

-Señorita Martín, ya que ha estado toda la hora charlando, pasará otra en el aula de castigo, gracias.-soltó la Bruja.

La señora esta me ha odiado desde que empezó el curso, hasta su perro me mira mal.

-¿Perdón?- le pregunté sorprendida.

-Me ha oído. Castigada.

Bruja.

-+-+-+-+-+-+

La puerta del aula estaba “artísticamente” decorada con sospechosas marcas rojizas. Respiré dos veces antes de entrar. Nada más abrir la puerta, mis ojos se toparon con otros de un intenso color verde. Míster Javier y yo nos miramos profundamente. De repente, apartó la vista. Unos minutos después, la subió. Ya no había rastro de intensidad. Ahora, me observaba divertido.

-Cloe, el colegio ya ha acabado.- dijo riéndose.

Puse los ojos en blanco, olvidando la escena anterior.

-Excesivamente gracioso.-le contesté sarcásticamente.

Mis ojos estudiaron la habitación. Por suerte, no estaba muy petado de gente, unos pocos por ahí, unos cuantos por aquí. Me decanté por un sitio libre al final del aula. Al llegar, me senté y saqué un libro. De vez en cuando, levantaba la vista para mirar a Míster Javier. Era un increíble. Era el profesor más joven. Con su pelo rubio e intensos ojos esmeralda, tenía a todo la población femenina enamorada. Eso es justo lo que no me gustaba, sentirme una más de sus seguidoras. Últimamente no hacia más que mirarme, cosa que me incomodaba. ¿Qué es lo que estaría pasando por su mente?

Tras media hora de lectura, la puerta del aula se abrió. No me molesté en levantar la vista.

-Vaya, vaya. Esto sí que es una sorpresa.-dijo el Míster.

-Y todo esto por leer en clase de matemáticas. Menudas escusas para castigar a alguien.-contestó el desconocido.

De repente, tanto mi cuerpo y mi corazón respondieron. Esa voz... Le miré. Madre de todos los santos. Era él.

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Esto es solo el principio. Porfaaaaaaaaaaaaaa comentad :D

Miente. Di que sientes lo mismo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora