C U A R E N T A

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Gringotts siempre me había parecido un lugar muy bonito y elegante, a donde sea que mirara me encantaba

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Gringotts siempre me había parecido un lugar muy bonito y elegante, a donde sea que mirara me encantaba. Lo único que no me gustaba de ahí eran los duendes, solían ser demasiado groseros y siempre te veían con rostro de superioridad.

Supongo que ya sabía lo que los demás sentían cuando yo los veía así.

Sabía que mi padre me iba a dar la llave de mi bóveda, era una tradición en la familia hacer eso al cumplir la mayoría de edad.

En realidad no me hacía mucha emoción, a diferencia de lo que muchos pensaban, no era una de esas chicas que querían comprar todo lo que ven al pasar, solo compraba las cosas necesarias y la mayoría de las cosas lujosas que portaba eran regalos de mis padres por mis cumpleaños o por mis buenas notas y cosas así.

—Pase por aquí, señorita Malfoy —dijo uno de los duendes indicando el camino—. Solo uno la puede acompañar...

Mi papá hizo una cara no muy amigable, pero él sabía que no podía hacer un escándalo ahí.

—Acompáñala tú, Narcissa —dijo papá colocando una de sus manos en el hombro de Draco—. Iremos a la tienda de quidditch...

Me quedé con ganas de decirle que no me importaba ver la bóveda, que yo también quería ir a la tienda de quidditch, pero sabía que decirle aquello habría sido como gritarle que se pudriera con sus tradiciones.

Así que me abstuve de decirlo.

Mamá y yo entramos y subimos a uno de los carritos, yo nunca había entrado porque los que entraban por el dinero siempre eran mis padres mientras que Draco y yo los esperábamos en la recepción o en alguna tienda.

El viaje en esa cosa había sido bastante extraño y esperaba no tener que hacer eso muchas veces en la vida.

La bóveda supongo que era como cualquier otra, el duende colocó la llave e hizo cosas extrañas con sus dedos a la puerta y segundos después, ésta se abrió.

—¿Qué te parece? —Preguntó mamá cuando pudimos ver el interior de ésta.

Voltearas a donde voltearas, había dinero y me sentí un poco abrumada por tener eso en mi propiedad.

—Bien —respondí escogiéndome de hombros—. Hubiera preferido una saeta de fuego —murmullé haciendo que mamá riera.

—¿Sacarás algo de dinero? —Preguntó y para no sentirme más tonta de lo que ya me sentía, decidí tomar varios puñados y colocarlos en el interior de mi túnica.

La salida fue un poco peor para mí, no dudaba que a más de uno se les cayera parte del dinero que habían sacado.

Mi madre me había comprado una cadena para colocar la llave de la bóveda y traerla siempre conmigo. No entendía para qué, al fin y al cabo ellos podrían quedársela, no es como si pudiera venir al banco desde Hogwarts.

El Traidor que me Enamoró | Fred Weasley | ET#01 | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora