アーティスト

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Jimin debía estar en el museo a las nueve, como todas las mañanas. Pedaleaba con toda la fuerza que le podían dar las piernas, no quería llegar tarde. Se había retrasado porque su padre había olvidado sus gafas en casa y tuvo que pasar por la estación de policía para llevarselas.

En su recorrido pudo observar más grafittis de los que había visto la semana pasada, la ciudad se estaba pintando de bonitos colores gracias a ellos. Su padre le había comentado que estaban buscando al misterioso artista callejero que firmaba como "Tiger", autor de esos garabatos como él lo llamaba, Jimin, por el contrario, opinaba que eran arte. No eran los tipicos graffitis de letras y figuras extrañas, la mayoría de los dibujos eran flores y Jimin amaba las flores.

El viento despeinaba su suave cabellera y las llantas de su bicicleta sonaban en cada vuelta que daba a las esquinas de la ciudad, en pocos minutos llegó a su lugar de trabajo. Revisó el reloj que colgaba en la oficina del director del museo y gracias a su suerte, aún faltaban algunos minutos para su hora de entrada. Dejó su morral en su casillero y se dirigió a la entrada.

Jimin había conseguido trabajo en el museo de arte de la ciudad hace un mes, quería ahorrar algo de dinero antes de entrar a la universidad e intentar ayudar en los gastos de casa. Su función era la de taquillero, aunque no estaba seguro si el término también se utilizaba para los museos. Debía estar sus ocho horas de trabajo en un cubículo cobrando la entrada al lugar, era mínima pues se trataba de un espectáculo cultural, pero contribuía con el mantenimiento y limpieza del museo.

Llegaban desde grupos de niños de escuela hasta estudiantes de arte, era reconfortante ver cómo aún existían personas que se tomaban una mañana o tarde para simplemente apreciar el arte.

Las horas pasaron rápido, había estado ocupado con varios grupos de escuelas que llegaron y por fin saldría a su hora de almuerzo. Estaba por retirarse cuando un joven puso algunos centavos sobre la barra.

─ Una entrada por favor.

Era el mismo muchacho que había estado visitando el museo a diario la última semana. El castaño era más alto que él, usaba amplias camisas y pantalones cómodos, sus ojos siempre parecían cansados como si no durmiera bien, llevaba el cabello algo despeinado y cargaba una mochila de jean en uno de sus hombros.

Era extraño que una persona fuera tan seguido al museo, las obras se podían apreciar en un solo día, no era un lugar tan grande. El jovencito parecía ser un aficionado al arte pues permanecía buen tiempo delante de las obras, cómo si cada vez que las mirara les encontrara un nuevo significado.

Jimin había dedicado varias de sus tardes a observarlo mirar las obras de arte. El muchacho era hermoso, tenía unos rasgos que parecían dibujados por los mejores artistas, hablando de estética y proporciones era perfecto. Su perfil y muecas capturaron su atención desde el primer día, pero por su timidez no se atrevía a prolongar sus conversaciones, todo se reducía a los típicos "una entrada por favor" del castaño y un "gracias" después.

Cuando salió de trabajar decidió ir caminando a casa, era algo incómodo porque debía llevar al lado a su bicicleta, pero no importaba, quería apreciar de cerca los nuevos graffitis que había visto en la mañana. Había uno cerca a la escuela donde estudió la primaria, otro frente al centro comercial y otro a tres casas de la estación de policía, era como si ese tal Tiger estuviera retándolos. Jimin disfrutó su paseo y sacó fotos de los murales, quizá a alguien se le ocurriría ocultarlos con una capa de pintura, como había pasado con los primeros que aparecieron en la ciudad.

Por un lado Jimin quería saber quién era el artista, saber cómo lucía la persona que desbordaba talento y creaba esas obras de arte; pero también temía que la policía fuera a castigarlo de alguna manera si se llegaba a conocer su identidad.

inefable; vminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora