La ascensión de Karenin

80 10 22
                                    


LA ASCENCIÓN DE KARENIN


"Si bien es cierto que hay tantas mentes como cabezas, entonces hay tantas clases de amor como corazones" – León Tolstói



La nieve apacigua los murmullos de la ciudad, mas el estruendo pasado de un tren que ya no se mueve sigue reverberando en mi corazón.

Pensamientos expresados en voces, salen de labios que se tuercen en gestos de falsa piedad fuera de mi ventana, susurrando diversas conjeturas sin razón.

Dime que hice para merecer esto.

Nunca falté a mi promesa sagrada de fidelidad, jamás osé poner sobre ti la necia violencia que de los beodos el accionar común es.

Obrando con proba rectitud para con el Imperio, nunca la carencia vislumbraste que de los dispendiosos su destino previsible es.

Dime que hice para merecer esto.

Huérfano desde pequeño, nadie me enseñó la correcta forma de expresar mi sentir como lo hacen los excelsos poetas sin dudar.

Mis manos no sentirán más tu calor, mis ojos no verán más tu candor. Y los pintores en sus lienzos tu belleza no van a plasmar.

Amor duradero.

Reniego de todo y de todos. Cansado de la sociedad ser el norte, me agito en mi silla de alto respaldar.

La apostasía sea para con el imperio, la sociedad e inclusive con el creador, declama con fuerza el paladar.

Dime que hice para merecer esto.

De nuevo el martirio lejano del tren, profana de mis pensamientos su pesar. La conciencia de mi vergüenza expresa el gemir.

Más equivocado estoy puesto que la distancia no trae el sufrimiento. Una pequeña criatura de Dios su llanto hace sentir.

Amor duradero.

Cantan con lágrimas ojos que nunca mostraron ternura. Agradecen manos que nunca expresaron cariño, ahora juntas en oración.

Reconocen la suprema humildad piernas incansables en los viajes incesantes para con el imperio, ahora ambas en genuflexión.

Amor duradero.

¡Oh, que necio fui! ¡Dudando como lo hiciera Job al final de la prueba! ¡Dando la espalda no a quien me dio a Ana, sino a mí mismo!

¡Oh, que ingenuo obré! ¡Desobedeciendo mi amor y girando hacia la tragedia como la mujer de Lot! ¡Ya puedo sonreír a mí mismo!

Amor duradero.

Y mis ojos reirán, y mis labios sembrarán. Manos que sólo servían para sustentar al imperio, ahora volarán para encumbrar a mi pequeña Ana a la felicidad.

El orgullo, la vergüenza y la indecisión son malas consejeras. Damos por hecho el amor, damos por hecho el entendimiento mutuo. Fallé a mi esposa y ella me falló a mí, pero por el amor a Ana, no fallaré a mi pequeña e inocente de todo mal y pecado, mi Ana.

Llanto (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora