Un poco de Fe

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Los granos de mostaza

Mientras Roura, se encontraba en camino, a la importante y muy delicada misión que le había encomendado el Rey Vlady, galopando al límite de la capacidad de su caballo, raudamente ambos seguían sin detenerse, dejando tras de sí un sin número de colosales árboles y follaje, además de batir la resistencia del viento, que se le rendía y era cortado por su ímpetu indetenible; no obstante del irregular y áspero suelo que dominada en el espeso bosque, que tenían obligados que atravesar para llegar a su destino...

«Lo difícil no lo hace cualquiera, pero con mucha Fe y esfuerzo es difícil que falle cualquiera» era parte de su filosofía de vida para no darse por vencido en lo que emprendía.

De repente algo llamó de sobremanera la atención del joven... pudo oír unos fuertes y desesperados gritos de auxilio de una voz femenina:

­—Auxiliooooooooo

—Ayudenmeeeeeee, estoy aquí en el río...

Eso gritos eran desgarradores, como si se tratasen de genuino peligro de vida o muerte... como si la mujer estuviera en un gran trance de riesgo. Roura, había recibido claras instrucciones del rey de no detenerse y cumplir lo más rápido posible con su misión; sin embargo los gritos fueron con tanta exasperación y angustia, que decidió ir en busca del lugar de origen de estos clamores de ayuda.

Se bajó de su caballo, y se internó en el bosque, usando como guía a sus oídos, que le indicaban por donde seguir para acercarse a la mujer en apuros. Caminando llega hasta el inicio de una pendiente, que al aparecer llevaba a la orilla de un río; bajó con cuidado ya que el ángulo del declive era de consideración. Mientras bajaba confirmó sus sospechas, los gritos de la mujer venían de allá, más concretamente del río mismo.

—Ya voy en su ayuda, no se desespere— grita Roura, tratando de hacerle notar su presencia a la mujer.

Cuando al fin llegó a la orilla, pudo ver claramente a la mujer que se encontraba luchando con las aguas para no hundirse y evitar su ahogamiento. Se trataba de una anciana, que seguramente se debe haber resbalado.

Roura sin perder tiempo, entra al agua y nada hasta la mujer para salvarla; una vez que la sujetó bien, la lleva a la orilla y la deja en un lugar seguro. La mujer tenía indumentaria de una religiosa.

La anciana una vez a salvo, se mostró muy agradecida, hacia su joven héroe, tanto que le preguntaba cómo podía pagarle por tan temeraria y bondadosa acción:

—Muchas gracias, verdaderamente muchas gracias amable joven, pero insisto, dígame cómo puedo recompensar su tan enorme heroísmo— Expresaba con gratitud la mujer.

—De nada. ¿Cómo cree que voy a cobrar por salvarla? Lo hice con mucho gusto— replica el joven humildemente.

Después de dejarla a salvo, el joven explica a la anciana, que ya debía irse, ya que tenía una misión muy importante que tenía que cumplir...

La mujer al oír eso, sacó de entre sus hábitos, una pequeña bolsita, y se la regala al joven:

—Tómalas sin reparo, amable caballero, sin duda te serán de gran ayuda en tu misión. En nuestro convento nos ha servido de mucho. Solo funciona con fines buenos— Le dice al momento de depositar en la manos del joven la bolsita, antes de que pudiera rehusarse.

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⏰ Última actualización: Feb 14, 2020 ⏰

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