Asesina: El secreto de Lysa

Capítulo 10: Una hermana.

Lukas  POV.

Todo lo que había pasado me es tan difícil de explicar. Sentí unas profundas ganas de ayudarla, supuse que necesitaba de mi hombro, y estaba dispuesto a dárselo. Sabía que no eran mis obligaciones cuidar de ella, pero opté por hacerlo.

—¿Podrías dejar de dar vueltas?— inquirí desde la silla. Me lanzó una mirada asesina y continuó dando vueltas— Eso no le ayudará en nada, y a ti tampoco— En momentos de angustia, siempre es mejor mantener la calma.

— ¿Pero es que no viste? Ella estaba gritando— dijo—, Ella estaba diciendo cosas incoherentes. ¡Lloró sangre !—gritó—la sangre hasta le salía por la nariz, no sé qué pensar, ¡me duele! es mi mejor amiga.

Andrea no dejaba de dar vueltas en el pasillo, no hacía falta ser observador para notar que en serio se preocupaba por su amiga, sin embargo me desesperaba su desesperación.

— ¿Por qué estás tan histérica?— quería saber si sufría de alguna crisis nerviosa.

Suspiró, se sentó lentamente en la silla de al lado, me miró para formar unas lentas y precisas palabras—Es que ella es mi hermana— Quería pensar que lo decía por amor a su amistad. Una noticia así no le vendría bien a Lysa.

—¿Hablas de forma literal?— pregunté mirándola con curiosidad.

—No tengo muchas ganas de hablar en este momento—suspiró—, pero prométeme que no le dirás nada, por favor, no quiero terminar matándola.

—Lo prometo— Sé guardar un secreto—. Pero quiero que me saques de dudas ¿Tus padres acaban de morir incendiados? ¿O los padres adoptivos de Lysa acaban de morir incendiados?—Cuando ella estaba a punto de contestarme nos interrumpió la voz del doctor. Y en ese entonces, Andrea voló del asiento.

—Doctor dime que ella no se va a morir— Inquirió, demasiado cerca del doctor.

—Ella tuvo un ataque de Hematidrosis. Necesita descansar. Yo diría que hay algo que le está preocupando mucho.

— ¿Ella está despierta?— preguntó Andrea mirando al doctor fijamente a los ojos—, necesitamos hablar con ella.

—Sí, está un poco confundida, trátenla con paciencia. Con permiso.

Fuimos a verla en el cuarto en el que estaba. La vi muy pálida, tenía una mirada llena de tristeza. Sentía inmensas ganas de abrazarla y ofrecerle mi ayuda pero no me atreví, sabía que no tenía porque ofrecerle nada, era un simple extraño. Dibujé una sonrisa en mi cara para luego decirle "hola", pero por alguna razón me perdí en su mirada y tardé más de lo necesario para decir: —Hola—Ella también me había sonreído y contestado de la misma manera. Por varios segundos nos mirábamos con una sonrisa, realmente me perdí en sus ojos, me imaginaba como sería... Andrea interrumpió el momento; me había hecho un favor porque cualquier cosa pudo haber pasado.

—Párenle con las sonrisas— Lamentablemente no se pudo cumplir su petición.

—Oye, yo nunca supe tu nombre— dijo con una ternura que me fascinaba. Parecía inofensiva, inocente. Entre sonrisas y sonrisas logré decirle mi nombre. Quería que superara la muerte de sus padres. Muy bien sabía que no era mi problema pero era una sensación inevitable. Ver a una persona unos cuantos días y llegar a pensar que podrían conocerse más era raro para mí, ya que no me interesaba conocer personas ni interactuar, sino solamente pasar el rato; es más, me era demasiado raro aún, ya que ella y yo únicamente habíamos intercambiado unas cuantas palabras. Pero en cuando le mencioné la cuestión de ver a un psiquiatra, su expresión facial cambió, estábamos interactuando como gente civilizada, pero todo cambió con mi sugerencia. Ella no quería aceptar una ayuda.