Locura de amor

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-¿En qué dirección se escondieron?... –murmuró el de cabellos oscuros, siendo seguido a pocos pasos por una chica y un menor- tks... -se quejó, activando el poder de su ojo para rastrear sus alrededores.



Concentrándose totalmente en intentar encontrar algo, el menor indicio del camino tomado por su objetivo, avanzando cada vez más lejos sin encontrar algún vestigio que legítimamente los guiara, como si simplemente hubieras desaparecido. De repente sintió un escalofrío en la nuca, como acto reflejo esquivó un ataque que venía desde su espalda, un ninjutsu tipo veneno, el cual aún escurría de los labios de Ume, que justo ahora parecía muy molesta por su fallo, al momento, Yukiteru se le abalanzó con taijutsu puro, cosa que logró hacerle frente con sobrada facilidad, afinando sus sentidos ante cualquier otro contrataque de la mujer, cosa que ocurrió de un momento a otro, sonrió ante la incompetencia de aquel equipo, no habían tardado nada en buscar confrontación, en traicionarlos, tan estúpidos.

Tomó al menor de ambos brazos en cuanto tuvo oportunidad, zarandeándolo cual onda, en un ágil y brutal movimiento lo estampó contra la arbolada, derribando varios troncos a su paso, era obvio que no quedaría consiente. La chica por su parte, contraía el rostro en una mueca desesperada, debatiéndose quizás, internamente, de ayudar a su compañero o hacerle frente, aunque lo más prudente fuera lo segundo, le sonrió con cinismo, desconcertándola y haciéndola retroceder, esos niños no estaban preparados para enfrentarle.

El rojo de sus pupilas chocó con los ojos contrarios, aún a pesar de huirles con la mirada intentando contraatacarlo, fue en vano. Ella comenzó a chillar tomándose del cuello, como intentando quitarse unas manos invisibles, lentamente se acercó hasta tenerla bastante cerca, se detuvo un momento para sentir si alguien le asechaba, todo parecía normal, así que prosiguió, con su mano guio el mentón de la fémina hacia arriba, para así tener total acceso a los ojos opacos por el pánico, lentamente, como una serpiente, entró en su mente, desvelando lo que tramaban.

El rio, una cueva, marcas en la tierra, discusiones frente a una fogata, ANBU muertos, pergaminos, risas, una sonrisa llena de alevosía, gritos, saqueos, una enorme roca tallada.

La sangre le hirvió, apretó su mandíbula con fuerza casi al borde de rechinar sus dientes, deseo con todas sus fuerzas eliminar a cada uno de ellos, su diestra seguía posada en aquella delicada piel, con brusquedad la apartó, dejando caer a su víctima al suelo, completamente perdida en su genjutsu, volteó hacia los árboles derribados, debía cerciorarse de que aquel chiquillo no se inmiscuyera. Con fuertes pisadas llegó enfrente del chico que se contraía de dolor, seguro tendría varios huesos rotos, pero no podría darse el lujo de dejarlo ahí sin más.



-Mocoso... -le tomó de los cabellos para encararlo, pero no parecía estar despierto- tks... -chasqueó la lengua, quizás se había pasado, le soltó, pero en ese momento vio como un auricular caía de su oreja, levantó una ceja con curiosidad, lo colocó cerca de su oído, escuchando algo de estática.

-"Lo tenemos... regresen cuando acaben con el Uchiha... cambio."

-... -al momento destruyó el pequeño objeto entre sus dedos, mismos que temblaron con furia contenida- ese idiota... -susurró- ¿Cómo puede llegar a ser tan descuidado?...



Su ritmo cardiaco aumentó de sobre manera, desquitando su frustración con una fuerte patada al menor, el mismo que rodó unos metros, fue tras él, cargándolo como costal en un hombro, llevándolo a donde se encontraba la chica, donde los amarró y amordazó juntos, después vendría a por ellos. Rápidamente emprendió su camino, según recordaba de la mente de la joven, la "guarida" no debería estar tan lejos.

Secreto a vocesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora