El Viaje

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P R E F A C I O


El calor le castigaba la piel de la cara. La lengua, pastosa y seca, clamaba por un mísero sorbo de agua, mientras los músculos de las piernas gemían internamente de dolor a cada paso que se hundía en la arena.

Alzó los ojos hacia el cielo despejado, sin nube alguna, tan diferente al nublado al que estaba acostumbrado. Bajó la mirada en busca de un imposible, de una sombra, un refugio, el atisbo mínimo de un muro, una casa, un templo de columnas majestuosas y bajorrelieves de vivos colores.

El paisaje sólo le devolvió la visión de un vasto páramo de dunas interminables, de ondas en la arena y neblina en el horizonte.

Frunció los ojos doloridos por la invasión de luz y escudriñó con la mirada el brazalete que tenía colocado en la muñeca derecha. A simple vista, parecía una pulsera laboriosa, con un intrincado diseño parecido a un laberinto de líneas doradas en su superficie.

El Laberinto del tiempo, le pasó por la cabeza. Miles de caminos, cientos de ellos sin salida.

Comprobó el foco de origen y miró a su alrededor. Se había desviado del punto del Eje del Tiempo, pero no demasiado. Estaba en el sitio correcto, lo notaba, pero algo había mal.

Se dejó caer y las rodillas se hundieron en la arena ardientemente bajo la piel al descubierto.

Ra, ¿intentas castigarme?

El aire espeso y cálido le impedía respirar bien, era como inhalar fuego de un volcán, caminar por la arena, como hacerlo sobre ascuas al rojo vivo, mirar al cielo, como estar ciego. El cuerpo se resentía a cada segundo y la visión se le emborronaba por momentos.

Había viajado allí para acabar muriendo en las arenas del desierto. Después de tantos años de estudio, de preparación, de memorizar mapas del Tiempo a la luz de las velas.

El resto del cuerpo tocó la arena, demasiado exhausto. Las pestañas se le llenaron de las pequeñas partículas de cristal, mientras un remolino de aire silbaba a su alrededor.

Padre, ¿no he sido un buen Hijo del Tiempo? ¿Un buen discípulo?

Esboza una pequeña sonrisa y cierra los ojos agotado con el pulso acelerado por el calor. La piel, la cabeza, le arde y no puede más que dejar que esas llamas invisibles le abracen y le nublen la mente por completo, haciéndole caer en el abismo de la negrura hasta perder la consciencia.


P R I M E R A P A R T E


—¿Estás seguro que ha habido una alteración del registro?

El muchacho alzó la mirada del grueso libro y asintió.

—Estoy más que seguro. Esta línea de aquí —señala con el dedo en la gruesa página, —no es de las originales. Se sumó en algún punto diferente al Eje principal del Tiempo.

Apartó el dedo y pasó un par de páginas hacia atrás en el grueso volumen. A su lado, se agolpaban más libros abiertos, envejecidos y llenos de filigranas y acontecimientos, escritura cuneiforme y jeroglíficos.

—Reino medio... —leyó en voz alta.

—Apenas hay alteraciones en tu rango de estudio.

—Esta la es, estoy seguro. Alguien cambió el curso original de la historia. —Volvió a la página de antes, donde una larga lista de cargos políticos y militares la llenaba por completo. —Comandante de las fuerzas del Reino. Kai Am-Ra.

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⏰ Última actualización: Apr 06, 2017 ⏰

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El laberinto del tiempo » KaiLuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora