Descansaba en una banca mientras esperaba con café a que Jongin llegara del trabajo.
Coloqué mis manos cubiertas con unos muy exagerados guantes sobre mis rodillas que temblaban por el implacable invierno que azotaba la ciudad. Miré alrededor, entreniéndome con una hoja de periódico que llevaba en su plana una noticia algo escandalosa y con uno y otro auto que pasaba por la única pista que tenía en frente.
Deseaba poder obtener uno de aquellos algún día y llevar a papá y al abuelo a pasear a la casa de mi tía y probar seguido aquellos pastelitos que apenas comía una vez al año.
Recuerdo una vez que Jongin me llevó a la casa de mi tía con sus ahorros, según él, mi mirada perdida y nostálgica cuando le conté sobre ella, hizo que quisiera llevarme. El abuelo fue el más feliz, hacía mucho tiempo que no veía a sus demás nietos.
Sentí una sacudida que me hizo volver a la realidad.
"Hey, ¿en qué mundo estabas?"
"En un mundo perfecto, con millones pastelitos y un Jongin", murmuré bajito con una sonrisa en el rostro.
Le ofrecí el café y nos calentamos las manos un momento con el calor que nos proporciaban estos.
Escuché el sorbido de Jongin e hice lo mismo.
"Ah, otra vez" grité mentalmente. Cada vez que Jongin y yo tomábamos café, me perdía en el sonido que él hacía al tomarlo hasta que me quemaba los labios y la lengua. Me quitó el vaso y acercándose a mí, me besó.
"Deberías dejar de enamorarte de mí cada segundo".
"Lo he penjado", dije con la lengua adolorida.
Ambos reímos.
Volvió a besarme, esta vez no se movió y dejó sus labios posados sobre los míos.
El café es delicioso, pero es más delicioso desde la boca de Jongin.
"¿Qué es el invierno cuando te tengo a tí?", musitó sobre mi boca y sentí como sus labios formaban una sonrisa.
"No lo sé, me pregunto lo mismo", me levanté con café en mano y le hice un gesto de que deberíamos caminar. Era tan placentero pasear con él, tomarle de la mano y vagar por las calles observando todo. Conversabamos de cualquier cosa, de cada detalle nuevo que veíamos o recordando anécdotas.
Sinceramente, Jongin es el hombre perfecto. Su risa es melodía para mis oídos, su cuerpo un arte para mis ojos y sus toques... ¡ooh! Sus toques son como pecar en el paraíso. Cada vez que lo hacía me sentía flotando pero al ver su mirada oscura, todo se convertía en lujuria, pasión y deseo.
En poco tiempo llegamos al departamento, él dejó las llaves en la mesa y yo dejé el abrigo y los guantes en el sofá. Me recosté un momento y tomé el control remoto para ver si había algo interesante en la televisión.
"Aah, Jongin. ¡Los gatos lo han hecho de nuevo", me quejé. Realmente estaba muy fastidiado. Amo los gatos pero me jode que hagan esto por andar jugueteando en el techo.
Mi amante apareció en mi vista y claramente pude ver como había una luz radiante alrededor de él, lo sé... ¿quién no vería lo mismo que yo? Llevaba puesto ya el pijama (mi favorito de hecho), ese pantalón de algodón gris y la camisa de dormir color cielo, el tono de su piel resaltaba de un modo fascinante y yo ya estaba deseando ir a la cama y tenerlo en mis brazos.
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Presencia [Kaisoo]
FanfictionLa presencia de Jongin es todo lo que Kyungsoo necesita.