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Prologue

Para Elisa, Beethoven. Aquella preciosa melodía provenía de una tienda de pianos. Haebi, quien tenía apenas 10 años de edad, cautivada por el hermoso sonido que trasmitia se acercó hacia el vidrio de la tienda, pego su pequeño rostro a el junto a sus manos.

—Waa..Mamá tienes que ver esto —los ojos de Haebi brillaban tanto como si hubiese encontrado un tesoro—

Un niño sentado en un banquillo tocaba el piano con total naturalidad. Las teclas de aquel instrumento promovían aquella melodia.

Aquel menor se percató de su presencia, a lo cual ella se separo rápidamente de el vidrio. Por un momento hicieron contacto visual, eso la puso un poco nerviosa, lo que la impulso a salir corriendo de alli hacia donde se encontraba su madre.

En ese entonces Haebi se había trasladado de país por el trabajo de su madre hacia Corea del sur, Daegu.

Una semana después entro a la escuela primaria. Apenas accedió a clases vio a aquel niño sentado en un pupitre.

La profesora la presentó al resto de los alumnos, los cuales empezaron a susurrarse cosas al oído.

—Haebi, por favor toma asiento al lado de Min Yoongi— la maestra lo señalo—

Es.. aquel niño ¿me tocara al lado de el? —Haebi trago saliva y se acercó hacia su asiento al lado de Min yoongi—

Coloco su mochila en el espaldar y se sentó, pasaron las horas y no se dirigieron ni una palabra. Haebi no podia siquiera presentarse a su nuevo compañero de asiento, siempre habia sido una niña muy callada y silenciosa, cada vez que hablaba con alguien los nervios la consumían y terminaba enrojecida.

Terminaron las clases, todos los alumnos empezaron a salir del aula, ella cojio su mochila y trato de salir sin llamar la atención, pero eso no resultó.

—Mira es la niña nueva, como puede ser que este al lado de Yoongi.

—Tienes razón, ella no se merece estar con el.

Todos los comentarios que hacian eran negativos. Ella solo se digno a bajar la cabeza y caminar a un paso rápido,  pero una mano la detuvo.

—No es su culpa que le tocara a mi lado, porque no mejor se largan.

Al voltear distinguió a aquel niño, su mano agarraba la suya. Enseguida sus mejillas  tornaron de rojo como de costumbre, era un rojo suave. Yoongi como se hacía llamar aquel niño, la observo de reojo soltando su mano.

Todos los presentes le hicieron caso, yéndose del aula.

—Pe..perdón, ma..mañana le dire a la profesora q..que me cambie de asiento -dijo ella con una voz nerviosa-

—No tienes porque hacerlo, descuida, eres nueva asi que puedes confiar en mi.

Su sonrisa le transmitia confianza y seguridad. Desde ese día, enlazaron una gran amistad, Haebi nunca dejo de ser una persona tímida y corta en palabras, pero esos 3 años que estuvieron juntos, la compañia de yoongi hacia que no le faltara la felicidad.

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