El día en la noche.

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Lentes oscuros, bolsos de marca y labial rojo eran el sello de Regina Belluci. Hermosa de pies a cabeza. Su presencia difícilmente pasaba desapercibida. Similar a un rayo de luz en los intrínsecos días de lluvia. Quizás por eso se refería a sí misma como "El día en la noche". Y como si necesitara connotar la obviedad de sus palabras. Agregaba con un deje condescendiente y una delicada sonrisa "Hasta la noche más sombría, será opacada por mi centelleante presencia". Las personas no podían encontrarse más de acuerdo. Claro. Pero eso solo sucedía cuando su dualidad negra y promiscua se abría paso entre los más osados. Aun así no sabían quién era. Nadie lo sabía...

Sin duda, la dulzura impregnaba su celestial fisonomía. Sus delicadas y suaves ondas de cabello. Acompañada de curvas con una invitación culposa. Una mujer agradable y sin tapujos. Regina tenía encantado a todo hombre que la conocía. Pero detrás de todo eso. Su escueta mirada e intrépida personalidad, luchaba por salir. En ella se escondía la personificación de los más bajos impulsos. No tenía límites. Era una serpiente. Quizás la más venenosa. Preparada en la sombras para atacar. Pobre de aquél que se cruzara en su camino. Regina gozaba de una plenitud insultante comparado con los menos afortunados.

Su rutina consistía como la de toda frívola y exitosa mujer. Desayuno con las amigas. Un empleo bien remunerado. Conseguía lo último en haute couture. Los mejores asientos de avión. Y en la noche, la esperaban las mejores fiestas. Su vida era sencilla. Su vida era un encanto. Y quién la conociera pensaría lo mismo.

― ¡Regina! ¿Por qué tardaste tanto?― Esa era su amiga Lilian. Amiga cuyo ex novio la había engañado con su mejor amiga. Pero claro, eso era un secreto.

―Buenos días, Regina. Te ves preciosa como siempre. ¿Qué tal te la pasaste anoche? Muy bien, gracias. No insistas tu eres más linda―. Le respondió Regina con sorna. Tomó asiento junto a Lilian. Beth, Cristina y Ángela rieron y prosiguieron con su charla matinal como religiosamente lo hacían todas antes de ir a trabajar.

― Deja el sarcasmo para más tarde. Necesitó de tus influencias. Daré una fiesta la próxima semana pero no he podido conseguir el lugar. Llamé y me dijeron que dentro de tres meses estará libre una fecha. Pero tú conoces al dueño así que...― Lilian espero a que Regina completara por ella.

― Bien. Lo llamaré pero me deberás una grande.

― Chicas, ¿Escucharon las noticias? Hoy es el aniversario de la tragedia Santro. Pobre hombre. Era uno de los amigos de mi prometido―. Comentó Cristina.

― Oh ¿Ya pasó tanto tiempo? Me pregunto ¿Por qué alguien haría semejante atrocidad?― Refutó Ángela denotando displicencia. Ciertamente ese tipo de tópicos, no encajaba en sus chismorreos matinales.

― Ni me lo recuerdes. Solo hablé con él una vez. Sebastián Santro era todo un caballero―. Concordó Regina.

― Basta chicas. No me gustan esas cosas―. Respondió Beth notablemente incómoda.

Las cuatro mujeres jadearon sorprendidas. La sonrisa impregnaba la vida de Beth. Pero esta vez, el ceño fruncido se apoderó de sus facciones. Pocas cosas la inquietaban. No era del tipo nervioso. Sus amigas se preguntaron la causa de semejante actitud pero decidieron cambiar de tema. Si esa preocupación hubiera surgido antes. Posiblemente no estaría contando esta historia.

*****

El vestido rosa perla le quedaba como un guante. Se fundía con su piel. Su cabello castaño resaltaba como ninguna otra noche. El maquillaje lucía intacto. Sus ojos resplandecían. Regina se sentía igual a una radiante sirena. Era perfecta. Se dio una última mirada en el espejo, y dejó que El día en la noche iluminara la vida de los fracasados a su alrededor.

CLAUSTRUM #PNovel #PGP2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora