Capítulo 5 - Oh, Migue

251 26 9
                                    

Narra Juan.

Una vez Miguel aceptó quedarse en mi casa, le ofrecí algo de ropa, aunque ésta le quedara muy grande.

Nos acostamos juntos, ya que sólo había una cama en mi casa.

No podía dormirme, en cambio, Miguel se durmió al instante.

«Qué lindo se ve, cómo me gustaría despertar todos los días junto a él y compartir nuestras vidas», Pensaba yo mientras lo miraba.

Comencé a acariciar su cabello y di cuenta de que sentía algo que jamás hubiera pensado, amor a primera vista.

En voz baja, pronuncié —Te amo, Miguel— a lo que, para mi sorpresa y suerte, él, respondió un —Yo también, Juan—. En ese mismo momento, decidí abrazarlo por la cintura y así dormir tranquilamente.

[...]

Al día siguiente amanecí sobre Miguel, ésta posición era demasiado extraña, ya que nos habíamos acostado uno al lado del otro. Al intentar acomodarme a su lado, gracias a mi torpeza de siempre, caí al suelo. En ese momento Miguel se despertó y, como sería obvio, preguntó: —¿Qué pasa, te caíste?—, a lo que respondí con una sonrisa: —No, ¿Cómo se te ocurre?, estoy abrazando el frío suelo, en una cálida mañana de invierno— Me devolvió la sonrisa negando con su cabeza y me ayudó a levantarme del suelo.

Quedamos frente a frente, transmitiendonos más de un millón de sentimientos que nunca nos habíamos revelado, al parecer los dos sentíamos algo por el otro.

Finalmente, nos unimos en un corto y sorpresivo beso, del que disfrutamos los dos.

Narra Miguel.

Luego de la nueva experiencia –el beso–, decidí comenzar a escribir un rap. Empecé a observar todas aquellas imágenes que se encontraban en mi móvil, en busca de inspiración. En eso, vi algo raro, algo que no debería tener allí.

Comencé a buscar en una extraña carpeta de fotos y me encontré con algo que jamás quería volver... Una foto de hace un par de años atrás.

Flashback.
3 años antes, Narrador omnisciente.

Miguel se encontraba jugando con sus amigos y su primo Pedro. Miguel no era muy querido ya que era víctima de bullying y de acoso, pero igualmente tenía algunos amiguitos.

Allí se encontraban, jugando a la pelota felices y contentos.

Mientras los niños se divertían apareció, a lo lejos, una figura familiar para Miguel. Ésta se iba acercando cada vez más al chico, de manera de que éste ni los otros niños se dieran cuenta. Una vez detrás de Miguel, captaron la atención del resto de sus compañeros y en un acto de un segundo aproximadamente, Miguel desapareció.

Miguel, despertó en una casa en la que nunca antes había estado. Hasta que él apareció. Aquella figura que deseaba con todo su ser y alma no volver a ver nunca más. Su secuestrador, productor de aquellas heridas sobre su piel y creador de sus más profundas pesadillas estaba allí, nuevamente, frente a él, luego de aquel día de –el hombre– haberle prometido que iría a por él. Christian Jiménez.

Vaya, vaya... Te había dicho que volvería a verte, ¿O no?— Habló el chico con un hipnotizante tono de voz.

—¿Q-qué quieres, C-christian?— Los pequeños ojos de Miguel se cristalizaban.

—Ya sabes, un... Lo de siempre— Christian sonrió de lado, acercándose peligrosamente al niño...
Fin del flashback.

Comenzaron a caer, por mi mejilla, varias lágrimas, las cuales intenté evitar para que Juan, quien estaba presente en la misma habitación, no me viese así. Raramente, se dio cuenta y vino a consolarme. Preguntó qué me pasaba. Sólo respondí un —Nada—, a lo que era obvio que estaba mintiendo, Juan insistió y le conté mi oscuro recuerdo. Él logró, no sé cómo, calmar mi llanto y poder tranquilizarme, dándome un tierno y dulce beso, esos que nunca antes había experimentado y que, posiblemente, él solo fuera capaz de dar.

¿Por qué esperar? | Zarcronno y Cyter [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora