La Leyenda de Zenoriath

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Hace mucho, cuando las tierras tomaron forma, los seres convivían en la naturaleza base del mundo, los divinos veían un tanto la idea de que algo faltaba. Un día, uno de ellos quien dio vida a los animales clamo haber conseguido la respuesta, un nuevo ser, derivado de otra de sus creaciones, nació. Los divinos miraron intrigados pues ahora existía el hombre y la mujer. Hecho a semejanza de ellos, los divinos veían las capacidades de los humanos con aceptación, más aún seguían aburridos. Los hombres solo hacían lo mismo que los animales, sin mucha diferencia.

Entonces llego otro de los divinos y clamo en darles más inteligencia, y así fue, los hombres empezaron a hablar. Pero sus conversaciones carecían de significado más allá de lo básico de la más primitiva comunicación. Entonces el siguiente divino aseguro tener la respuesta, les dio a los hombres el regalo de la magia un don divino, ahora eran más inteligentes y los dones de la magia les hicieron expandirse aunque fuera un poco, pero aun así, los divinos seguían igual y los hombres no agradecían sus regalos, no les prestaban atención a sus creadores.
Entonces uno de los divinos, uno de ellos bajo a la villa de los hombres y entonces dijo:

-Decidme, ¿Por qué no nos adoráis? –Pregunto el divino – ¿Sabéis quiénes somos? –Continuo

-Se quién sois divino, más de si adoración hablamos, no la necesitamos –respondió el hombre.

-¿Entonces dices que si nos necesitarais, nos adorarían? –Pregunto el divino

El hombre asintió, entonces el divino supo que hacer. Primero hizo al hombre mortal, cuyas vidas podían terminarse y que estos envejecieran además de solo crecer y permanecer como adultos. Segundo les hizo necesarios de la comida, además les hizo consientes del aburrimiento. Tras ellos en ellos hizo nacer los sentimientos además de la lógica y los instintos básicos. Tras ello hizo a los hombres de conciencia libre y les hizo pensar distinto y necesitar de aprender desde que se nacía. Y por último hizo varios tipos de humanos, distintos y de diferentes formas de pensar, y en ello se crearon las diferencias individuales de los humanos.

Tras ellos los divinos observaron lo que su hermano hizo, los seres se separaban, tenían diferencias, discutían y peleaban. Entonces llego la primera guerra y vieron como su don fue usado para la violencia, pero avanzaban, la gente necesitaba trabajar, hablar, discutir y pelear para vivir. Aquellos seres ya no eran comparables a los animales, sus creaciones ahora deseaban, ansiaban, codiciaban... necesitaban. Ahora los humanos en sus momentos difíciles acudían a los divinos e imploraban su poder y sabiduría y agradecían su favor en tiempos tranquilos y de preparación. Había funcionado les rezaban, les amaban.

-¿Que has hecho Zenoriath? –Pregunto uno de ellos.

-Les dote de conciencia, necesidades y diferencias. De poco sirve su existencia si son perfectos. ¡Míralos! No me digas que no son fascinantes ahora –respondió él.

Él no se equivocaba, sus hermanos compartían su curiosidad y diversión por ver la mortalidad y miseria de los hombres. Entonces nació la individualidad de los humanos, pero para haber un blanco, debe haber un negro y entre ellos un gris. La paz es imposible y si existe el libre albedrio, nunca estarán todos de acuerdo. Si existe la necesidad, existirá el egoísmo y la desesperación. Si existe la muerte existirá el terror y el odio. Y si existen los humanos existirá la arrogancia y la ambición.
Así como sus hermanos divinos, Zenoriath consiguió un título de adoración de los hombres. Le apodaron, dios de la Discordia y de la Guerra.

-Mito Popular, conformante del libro de las deidades de Arondilia.

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⏰ Última actualización: Apr 09, 2017 ⏰

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