Harry estaba fuera del estacionamiento esperando alguna señal de Louis, estaba sentado en una banca, moviendo sus manos nervioso. Hacía más de dos días que el castaño no iba a la escuela y eso había preocupado al de piel vainilla de sobremanera, así que cada día que Louis no asistió estuvo preguntando y buscándolo por todos lados pero simplemente no hallaba ninguna señal.
Observó por última vez la puerta del Instituto antes de levantarse y comenzar a caminar. Le había dado una jaqueca terrible causando que tomara pastillas casi todos los días. Decidió ir a paso lento; no quería llegar a su casa por alguna extraña razón.
Rascó su nuca con pereza, estaba en esos meses de que llegaban a 29° C, un infierno total. De casualidad iba pasando por una heladería y obviamente corrió a comprar un delicioso batido de fresa. Empujó la puerta del local haciendo sonar la chillona campana, caminó sumido en sus pensamientos, se sentía culpable por no haber ayudado a Louis esa vez, era un completo idiota. Pero por otro lado estaba su reputación, simplemente no podía darse el lujo de que lo vieran con un cualquiera.
Llegó a la barra donde una rubia lo esperaba para hacer el pedido.
-Heladería Direction, ¿en qué puedo ayudarlo? -preguntó amable mirándolo con una libreta en su mano.
-¿Me puedes dar un batido de fresa? -contestó entrecerrando los ojos, en serio le dolía la cabeza.
-En un momento, si quieres puedes esperar en una mesa, ¿cuál es tu nombre? -dijo esperando a que le contestara con el bolígrafo entre sus dedos.
-Harry Styles. -susurró dándose la vuelta y buscar un asiento desocupado.
Así lo hizo, con la paciencia del mundo se acercó a la primera mesa vacía que encontró. Colocó los codos sobre esta y esperó al llamado. Jugueteó aburrido con unas servilletas atento a cada nombre que llamaban.
Necesitaba hablar con Louis, necesitaba pedirle disculpas pero lo que más deseaba ahora era poder verlo. También quería abrazarlo, le había fascinado su cuerpo, era tan suave y delicado, parecía hecho por la mismísima mano del Creador.
La imagen de cuando molían al castaño a golpes se le cruzó por la mente y al verlo con miedo siendo tan inofensivo le partió el alma.
Harry tenía miedo, de que sus amigos lo juzgarán mal y él los conocía muy bien, crecieron todos juntos, pero la única diferencia que tienen ellos a comparación de Harry es que no toleran homosexualidad y por supuesto se aprovecharon de la timidez que emanaba el menor.
Por eso el mundo está echo mierda; sí lo menos que practican es el respeto.
-¡Louis Tomlinson! -gritó una empleada castaña. Harry sintió su corazón detenerse al escuchar ese nombre.
Rápidamente buscó al llamado con la mirada y cuando pudo observarlo yendo hacia la barra a recoger su pedido, se levantó con una sonrisa de felicidad. Solo que esta le duró poco al ver como el chico tenía una cojera notablemente dolorosa; puesto que caminaba con cierta dificultad procurando ser lento y evitando hacer muecas para hacerle saber a las personas que estaba muy adolorido.
No había notado la presencia del mayor, ni quería encontrárselo por ahora, Louis estaba muy dolido con Harry por abandonarlo la única vez que lo necesitó. Él nunca imaginó que el amor de su vida hiciera tal acto despreciable. Para su desgracia, la empleada rubia, cuyo nombre traía en su blusa "Perrie" clamó el nombre que Louis no deseaba escuchar en esos momentos. Su cuerpo se tensó por completo y lentamente dirigió sus orbes hacia atrás encontrándose una figura blanquesca que lo veía sonriente.
Y el dolor se intensificó. ¿Cómo podía si quiera sonreír hacia su persona cuando no lo ayudó en un momento horrible?
Miró como el rizado se acercaba hacia él, porque no tenía interés de recoger su bebida. Con la velocidad que pudo, pagó su helado y se volteó para salir de una vez por todas del local, caminaba rápido, ignorando el espeluznante dolor de su estómago y piernas. Pero sabía que si miraba a Harry o le hablaba se lastimaría a sí mismo. Y ya no quería sentir más dolor por alguien.
