Mi estúpido compañero

Prólogo

Tener 16 años no es fácil, siempre hay pequeñas complicaciones que hace que todo parezca un desafío extremo.

Hace dos años, cuando me tuve que mudar a Boston porque mi mamá estaba enamorada de un tipo que vivía aquí, creí que mi mundo se terminaría. Pero no fue así, Liam no es una de mis personas favoritas pero no es como cagar sangre a media noche.

Mi vida parecía fácil, hasta ahora. Cuando Zack Anderson me pidió ese lápiz supe que todo cambiaría.

—El nuevo esta muy guapo— comentó Valeria.

—Nah— dije tratando de prestar atención.

—Vamos, Emily, sé que tu también lo ves así— dijo Valeria pinchando mi estómago con su dedo índice.

—¡Qué no, joder!— exclamé.

—Salga del salón, Parrish— dijo el profesor.

—Pero…

—Hágalo.

—Fue mi culpa— dijo Valeria.— Me disculpo, profesor.

Valeria tenía un sistema de persuasión increíble, convencía a cualquiera para que hiciera lo que ella deseará.

—Qué sea la última vez, Parrish— me dijo el profesor.

La clase paso normal, Valeria molestando y recibiendo ciertos insultos de mí parte. Todo normal hasta qué…

—Hey, preciosa, ¿me prestas un lápiz?— dijo Zack Anderson.

El chico había llegado hoy, y hace una semana iniciamos el año.

Cualqueir chica normal le habría dado su lápiz, pero yo no soy normal.

—¿Podrías morirte, imbécil?— pregunté.— Preferiría romper mi lápiz a la mitad y luego tragarmelo, que prestartelo a ti.

Zack levantó su gruesa ceja.

—Las chicas gruñonas son mis favoritas.

Y desde ese día empecé a odiar a Zack Anderson.

Ahora todo lo que dice, hace, y piensa me molesta.

Paso todas las clases ideando la forma de matarlo sin dejar rastros.

Ideo posibles causas de muerte.

Hundo un lápiz en una foto de él.

Le habló mal a mi mamá de él.

Zack Anderson, ojalá que te aplaste un elefante obseso con diarrea.