El día estaba más frío que los anteriores, ya había entrado el otoño y se estaba haciendo sentir, pero a pesar de eso, las tardes seguían siendo algo... cálidas para el armador de Fukurodani. Y es que desde ya hace una semana algo venía rondando por su mente en cada práctica que tenían con el equipo: no podía quitar la vista de las piernas de su novio. Hace ya varias semanas Bokuto y Akaashi se habían vuelto pareja, hecho que no sorprendió a ninguno del equipo ya que al parecer todos notaban que se gustaban incluso antes que ellos mismos, y como Bokuto no era alguien discreto, su relación no había tardado en salir a la luz.
–¡Una más, Akaashi! –Bokuto le gritó por un pase más mientras corría hacia la red saltando frente a ella.
Akaashi tragó un poco de saliva y le dio un pase, una vez la pelota estuvo en el aire se dio el lujo de observar las piernas del chico una vez más mientras este remataba. Eran tonificadas como las de cualquier deportista, pero para él eran las más atractivas. En especial sus muslos, podía admirarlos gracias a que estaba usando rodilleras normales y no de las largas como algunos jugadores. No es que anduviera mirándole las piernas a todos, pero desde que estaban juntos empezó a fijarse en esos detalles del cuerpo de su novio, las hormonas adolescentes no ayudaban en nada, provocando que tuviera una serie de pensamientos subidos de tono durante los últimos días, cada vez más currentes. Ya habían tenido su primera vez, pero ambos se estaban recién iniciando en temas sexuales, y Bokuto a pesar de ser tan efusivo no obligaba a Akaashi a nada, solo dejaba que todo fluyera.
–Akaashi, ¿viste eso? –Luego del fuerte sonido de la pelota impactando contra el suelo Bokuto volteó a ver al pelinegro para presumir el gran remate que acababa de dar, pero este parecía tener la cabeza en otro lado. – ¿Akaashi? ¡¡¡Akaaaaashiii!!! –Le gritó moviendo sus brazos frente a él logrando por fin tener su atención.
–¿Ah? Ah si, lo vi... increíble, Bokuto-san. –Comentó con su mismo tono calmado de siempre observando la gran sonrisa que puso el peliplateado, aunque su palabra no se refería al remate.
Luego de la práctica mañanera continuaron las clases, Bokuto le había dicho que no se podrían ver en lo que restaba del día ya que tenía un par de exámenes y había logrado que unos compañeros lo ayudaran a estudiar, o al menos comprender un poco más las materias. Asintió y le deseó suerte para después ir a su sala, y en toda la mañana por más que intentó concentrarse en sus clases no pudo, seguía pensando en Bokuto. En un momento en la clase de historia apoyó su mentón en sus manos y cerró los ojos, empezando a imaginarse al As tan solo en bóxers, y en especial visualizando sus muslos. Notó que comenzaba a sentirse excitado y abrió los ojos de golpe sonrojándose, no podía creer que el "búho" pudiera lograr ese tipo de reacciones en él con tan solo pensarlo, nunca le había pasado con nadie, ni siquiera con visualizar chicas de esa forma, pero con Bokuto todo era diferente. Simplemente le gustaba demasiado.
Después de pensar toda la mañana en la situación y en posibles derivados de ella, finalmente se decidió a hacer algo, a pesar de que la sola idea le diera vergüenza de sí mismo, quería hacerlo, y sabía que Bokuto no se burlaría de él ni algo por el estilo, ambos se tenían bastante confianza desde antes ya que aparte de ser novios, seguían siendo mejores amigos. Hoy mismo era su mejor oportunidad, ya que después de clases no tenían práctica.
Una vez finalizaron las clases ordenó sus cosas con calma, casi siempre salía de los últimos ya que la mayoría de sus compañeros solían salir disparados. Apenas puso un pie fuera de la sala escuchó que gritaban su nombre, miró por el pasillo y vio al peliplateado corriendo a toda velocidad hasta quedar frente a él.
–Akaashi, vamos a casa que quiero salir YA de este lugar. –Habló un poco agitado por la carrera tomando por el brazo al pelinegro para salir del establecimiento.
ESTÁS LEYENDO
¿Por qué Bokuto usa rodilleras largas?
FanfictionDe un día para otro Bokuto cambió sus rodilleras por unas ridículamente largas sin motivo aparente... Pero Akaashi sabía muy bien el porqué.