Si le dijesen que quería ahora, respondería que ocultarse bajo las sábanas, y dormir durante años. Si, era algo realmente infantil y sin sentido, pero así se sentía. El mes estaba siendo realmente agotador. Mil encargos, gente sin pagar, palizas, súplicas... Jungkook pensaba que si escuchaba otra vez, alguna de las tantas escusas baratas que le daban, sería él el que acabaría pegandose un tiro. No se podía decir que odiase su trabajo, desde que nació estaba destinado a esto. Criado para llevar a cabo los mas sucios negocios. Pero a veces si le gustaria... ser "normal". Sin preocupaciones. Sin tener que medir sus nervios de acero. Por ello, de vez en cuando, simplemente dejaba todo a cargo de sus subordinados, y él decidía alejarse de todo. Caminar por las calles, sin querer pensar en que era el cabecilla de una de las mafias mas poderosas de Corea. Tan solo... caminar sin preocupaciones. Como era el caso de ahora. Había estado fuera de Corea casi un año, y extrañaba sus calles, su gente, su comida, su idioma... todo.
Frenó su coche, ante un semáforo en rojo. Y de pronto, una dulce sonrisa, y a la vez triste, adornó su rostro. Un niño, no más de seis años, jugaba con su madre mientras cruzaban la calle. El niño corría y reía, mientras la madre le seguía, risueña. Esa tierna escena le pareció hermosa... y melancólica. Jungkook no sabía que era el amor de un padre, y mucho menos de una madre, mas allá de sus deberes como cuidador. Nunca había jugado con otros niños, o ido a una escuela. Nunca había ido a un parque con su madre, manchado sus zapatos de barro, o corrido hasta quedarse sin aliento. Todo había sido monotorizado. Un profesor particular... guardaespaldas constantes... clases intensivas sobre armas y pelea cuerpo a cuerpo... Si... Jungkook debía ser una persona ruín, fría y despiadada. Una persona que solo le importase él mismo.
Pero no era el caso. Si, no había recibido el amor de su familia. Pero si de una persona... La que él consideraba como un verdadero padre. Namjoon para él, no era su guardaespaldas mas fiable. Namjoon era, la persona que le crió, que le enseñó a amar la vida. Namjoon, a parte de su aura calculadora e imponente, era una persona sabia, dulce y cariñosa. Lo era todo para Jungkook. Namjoon le había enseñado que, a pesar de tener esa asquerosa vida, podía disfrutar de las cosas bellas de la naturaleza. Podía observar el mar, y las nubes. Podía escuchar a los niños reir. Podía acariciar perros y gatos... Podía ser normal a pesar de todo... Por ello, tan solo con haber pisado Seúl, se dirigió al lugar que mas adoraba. Una pequeña cafetería, de barrio, llena de estanterías y libros. Una cafetería en la que podías tener tu café, y leer todos los libros que esta tenía. No sabía cuantas horas había pasado alli en su infancia. Escuchando los cuentos que Namjoon le contaba. Leyendo otros tantos mas. Aprendiendo de lo que el mayor le contaba.
Con cuidado, aparcó no muy lejos de allí. Y con una sonrisa, caminó hasta entrar a esta. Un solo vistazo y mil recuerdos inundaron su cabeza. Estaba igual que siempre la había recordado. Aquellas paredes laterales, llenas de estanterías, libros nuevos y viejos, los sillones acolchados adornando el espacio, aquellas lámparas bajas dándole un toque íntimo... Si, aquella era su cafetería. La cafetería de su niñez. Sin pensarlo más, caminó hasta uno de los sillones, sentandose en este. No tardó mucho en llegar una linda camarera, para tomarle nota.
- Café latte, por favor.
Y con una sonrisa, esta se dispuso a prepararle lo pedido. Sus ojos vagaron por el local, observando las paredes claras, las pocas personas que allí estaban, como la misma camarera le traía su café sonriendole coquetamente. Sus ojos vagaban por todo, hasta toparse con un chico. Bueno, mas bien eran unas piernas y una enorme pila de libros que debía colocar. Caminaba con dificultad. Sin pararse a pensar, Jungkook se levantó a ayudar a aquel chico. Parecía que pronto tropezaría y causaría un enorme desastre. Y Jungkook no quería presenciar mas muertes, por ahora.
- Deja que te ayude - su voz salió dulce, mientras cogía algunos de los libros que aquel chico llevaba. Dejando que una cabellera castaña, apareciese en su vista. Dos libros más, y unos ojos grandes, llenos de vida y expresividad le miraron
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Inocencia. (Vkook )
FanfictionCuando llevas toda tu vida trabajando para la mafia, te vuelves una persona fría, calculadora. Pero cuando eres uno de los mafiosos más poderosos, te vuelves una persona ruín. Esto es así... menos para Jungkook. Uno de los chicos mas respetados y te...