Sarah llevaba un par de meses practicando legeremancia y oclumancia; campos para los que poseía grandes dotes. Como de todos es sabido, Severus Snape era un profesor exigente, pero incluso él se asombraba de las prácticas de la muchacha. Nunca había conocido a otra persona a la que se le diese tan bien.
Un buen día, Sarah se dirigió a las mazmorras y entró en el despacho de Snape. Estaban a punto de empezar la clase de legeremancia, cuando un alumno de primero de Slytherin, alterado, llamó a la puerta. Severus abrió con un movimiento de varita.
-¡Profesor Snape! -exclamó el niño-. ¡Montgomery se ha caído por las escaleras! ¿Puede venir a ayudarme a llevarlo a la enfermería?
Severus accedió.
-Quédate aquí -le pidió el profesor a Sarah-. Tardaré un poco, pero volveré.
-Sí, señor -respondió ella.
Y se quedó sola en el despacho. Sus ojos se clavaron en el pensadero. Sabía que en un cajón del escritorio, Severus guardaba frascos con los recuerdos que no quería que ella viese. Y la muchacha sintió mucha curiosidad. El profesor Snape era muy enigmático. ¿Qué sería aquello que quería ocultarle? ¿Se atrevería a averiguarlo? Sarah miró hacia atrás. La puerta del despacho estaba cerrada. Y el profesor había dicho que tardaría un poco. Sin pensárselo más, la muchacha rodeó el escritorio, abrió uno de los cajones mediante magia, cogió un frasco y vertió su contenido en el pensadero. Acto seguido, introdujo allí su cabeza.
El lugar que vio le resultó familiar. Era su casa, en donde ella y Harry vivían con su madre cuando no estaban en Hogwarts. Su madre, Lily, se hallaba en el sofá cuando alguien salió de la chimenea: Severus Snape.
-Creía que ya no venías -dijo Lily.
-Pues aquí me tienes -respondió Severus-. Soy un hombre de palabra.
Lily se levantó. Y si Sarah ya se estaba preguntando a qué habría ido Snape a su casa, la escena que vio a continuación la llevó a hacerse muchas más preguntas. Lily y Severus empezaron a besarse. Sarah no podía creérselo. ¿Qué era aquello? ¿Realmente había pasado? La muchacha se quedó paralizada, contemplando aquella escena que carecía de sentido para ella. Su madre y aquel profesor seguían besándose y acariciándose. Sarah perdió la noción del tiempo. Si no sacaba la cabeza del pensadero era porque se hallaba paralizada y porque inconscientemente esperaba que sucediera algo que explicase el porqué de aquella situación. Cerró los ojos, deseando que al abrirlos, la escena hubiera cambiado. Pero no fue así. Lily y Severus estaban vestidos, pero acariciándose por debajo de la ropa.
-Vamos a la cama -dijo él.
-No puedo aguantar más -respondió Lily-. Severus... contra la mesa.
-Ahora mismo.
Eso hizo reaccionar a Sarah, que sacó la cabeza del pensadero inmediatamente, no queriendo presenciar lo que sin duda había pasado a continuación. La muchacha, pálida y sudorosa, guardó el recuerdo en el frasco y lo metió en el cajón. Luego se dejó caer en la silla; pensando, con rabia, que no volvería a sentarse a aquella mesa de su casa. Sentía mucha rabia, aunque no supiera explicar por qué. Miró hacia atrás. La puerta del despacho seguía cerrada.
Sarah esperaba no tener que presenciar otra escena así, pero sí que le interesaba ver más recuerdos porque tal vez le diesen algún sentido al que acababa de ver. Rodeó el escritorio y volvió a abrir el cajón. Se hizo con dos de los frascos y los cambió por unos que tenía ella, llenos de otro líquido. Le pareció que el profesor no se pondría a examinar esos recuerdos. Al ver que los frascos estaban allí, se quedaría tranquilo. Sarah no quiso arriesgarse a ver los recuerdos en aquel momento, ya que el profesor podría volver. En lugar de eso, escondió los dos frascos en el bolsillo interior de su túnica, cerró el cajón mediante magia y volvió a sentarse. Ya se le ocurriría algo para poder ver esos recuerdos.
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La elección de Severus: Entre luz y oscuridad
Fiksi PenggemarUn joven Severus Snape, de 19 años, se ha adentrado en las Artes Oscuras, pero duda si dejar ese camino, ya que tiene la oportunidad de volver a acercarse a Lily. Años más tarde, Voldemort amenaza con matar a todos los seres queridos de Severus. ¿Lo...