El anciano comía el trozo de pan como si fuese el manjar más delicioso de la tierra y bebía el té hirviendo casi sin quemarse o quizás el frío de la mañana lo mantenía algo así como "anestesiado" pues yo soplaba y soplaba pero me quemaba más y más. Mire, aquí en la calle todo es diferente, aquí no hay reglas, no hay tiempo, no hay piedad mi amigo. En ese momento miraba su ropa y ni mi peor buzo estaba tan roto como el pantalón de ese pobre hombre.
El Emilio llegó una mañana tan helada como esta, ¡si estaba chiquitito oiga!, apenas se veía, igual que su perro el Guante, que menos se veía y el lo andaba trayendo en una caja de zapatos, también me sé la historia del perro pero esa se la cuento mas rato cuando nos sirvan el almuerzo. Lo miré y comprendí que el anciano estaba programando su alimentación del día en base a mi interés y mi bolsillo, quise pararme y partir del lugar pero pensé - Ya nada pierdo - y me quedé con el improvisado narrador.
Aquella mañana el muchacho empezó a pedir monedas en la calle y la gente le daba oiga, como si con la pura carita los convenciera, yo despertaba recién y muerto de frió debajo de unos cartones lo vi a patitas peladas, pero el como si anduviera con el mejor calzado, sucio como un zorrillo pero era bien rucio era como un principito olvidado en la ciudad o como en los cuentos mi caballero. Ahí tuvo su primer problema, habían unos malandras que robaban en la calle, estos parásitos se sentían los dueños del lugar, al verlo se dejaron caer sobre el y lo tomaron de los brazos para pegarle y el era chiquito pues, ahí mismo me paré y con un palo los enfrenté se me arrancaron y de la esquina me gritaban ¡ Te vamos a colgar viejo!- a mí me dio lo mismo pero me acerqué a el y lloraba mucho, le pregunté si estaba bien y me dijo que no porque su perro estaba en la caja de zapatos y estos malditos la habían pateado, fui a ver la caja y el perrito estaba bien solo lloraba asustado, se lo entregué, me miró y salió corriendo como si lo persiguiera el diablo mi amigo.
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Emilio, la calle y las sombras.
SpiritualEmilio es un chico abandonado en las calles de una gran ciudad. Convive con el hambre, el frío y la soledad junto a Rina su amiga y su fiel perro guante.