-Felicidades hijo, estás haciendo progresar esta empresa, nos hacía mucha falta.-me felicitó mi padre, con aquella sonrisa de dientes blancos, completamente cuidados.
-Gracias, papá, pero sabes de sobra que no soy feliz con este trabajo, yo no me quiero dedicar a esto.-a mi padre se le borra la sonrisa notoriamente.-Ayer recibí la llamada de una banda bastante famosa de Madrid, quieren que sea el cantante ya que el anterior ha renunciado por otra oferta y, quién sabe, papá, las cosas grandes empiezan con pequeñas cosas.
-Oh, Ian, a veces pienso que eres gay.-dijo mi padre por cuatrogésima vez desde mi existencia. Ruedo los ojos.-Sé un verdadero hombre como te he enseñado. Tu madre estaría orgullosa de ti al saber que vas a heredar esta empresa que ha pasado por tantas generaciones de los Jackson.
-Eso es lo que tú crees, papá.-espeto, ya cansado.-Mamá siempre me animaba a seguir mis sueños y hacer lo que me guste. Estaría decepcionada al ver que soy infeliz trabajando en esta empresa. El viernes cojo un tren a Madrid, te guste o no.-finalizo la conversación.
Salgo furioso del despacho de mi padre con mi maleta con todas las hojas y los papeles del trabajo y me despido de Martha, la recepcionista, que es la única que queda trabajando en la empresa ya que son pasadas la medianoche. Salgo fuera y el viento de la primavera me da de frente despeinando mi tupé. Rápidamente visualizo el coche de mi chófer, Jack, al que conozco desde los 3 años. Me monto en el gran vehículo en silencio y con una cara seria que hace a Jack entender que lo menos que quiero ahora es entablar una conversación con nadie, ni siquiera con él que es el único que me entiende.
Faltan dos días para que sea viernes y lo estoy deseando, estoy deseando por fin librarme de mi padre, que se empeña en hacer de mí un hombre de empresa sumido en su trabajo, pero yo no quiero, eso me haría muy infeliz. Yo quiero cumplir mi sueño de ser músico, aunque mi padre diga que eso no tiene ninguna salida, a mí no me va a hacer perder la esperanza. El viernes a primera hora cogeré el tren de Barcelona a Madrid y me reuniré con la banda Incomprendidos, ya que todos ellos tienen el mismo problema que yo, nadie los entiende y, a pesar de eso, han seguido sus sueños y han llegado a formar una banda. Cuando hablé con el guitarrista por teléfono, Aaron, me sentía muy cómodo, como si lo conociera de toda la vida, ya que le conté mi situación con mi padre y me entendió perfectamente porque le pasó lo mismo con sus padres. También me contó que la banda está compuesta por otro chico y dos chicas: Thomas, Jessica y Ashley.
-Joven Jackson, ya hemos llegado.-me avisa Jack, ya que no me había dado cuenta por estar sumido en mis pensamientos.
-Jack, por favor, somos amigos, llámame Ian.-le ruego sin ser la primera vez.
-Perdón, Ian.-dijo, resaltando mi nombre y sacándome una sonrisa.
Después de desearle buenas noches a mi chófer y recibir la misma respuesta por su parte me dirijo a la gran mansión en la que vivo y me meto corriendo en mi habitación. Me pongo el pijama y caigo rendido.
Voy cogido de la mano de la pequeña Sarah de 11 años, al igual que yo, vamos comiendo un helado por el parque. Son las 12 del mediodía y, a pesar del buen día de verano que hace, no hay nadie más en el parque que veamos además de nosotros.
-Ian, te quiero.-me dice de la nada Sarah.
Sonrío.-Yo también, Sarah.
-Entonces...¿me dejas los deberes de matemáticas que hay que hacer estas vacaciones?-me pide poniendo un puchero.
-¿Qué? No, hazlos tú solita, si no no aprendes.-me niego indignado.-Además, apenas acaba de empezar julio, ¿cómo estás tan segura de que los he terminado todos ya?
-Porque te conozco demasiado y sé que los hiciste nada más empezar las vacaciones, y con lo bueno que eres en matemáticas los has terminado ya seguro.-me suelta la mano para cruzarse de brazos con esa sonrisa de seguridad tan típica en ella.-Porfiiiiiiii.-pide uniendo sus manos en forma de súplica.
-No, Sarah, parece que solo me quieres para eso.-la imito cruzándome de brazos al igual que ella y veo cómo se le quita la sonrisa.
-No digas eso Ian, yo te quiero mucho, de verdad, pero ya sabes lo mala que soy en las matemáticas y la maestra siempre me regaña en vez de ayudarme. Creo que me tiene bastante manía desde que le puse chicle en su silla y le destrocé su falda favorita. No lo entiendo.-dice triste.
-Oh, Sarah. No pienso darte los deberes.-sigo negándome.-Pero lo que sí puedo hacer es ayudarte a entenderlo para que lo puedas hacer sola.-veo como una tímida sonrisa se asoma en su pálida pero hermosa cara. -¿Qué te parece si esta tarde voy a tu casa con doritos y te ayudo.
-¡Síii, doritos!-aplaude contenta y carraspea al ver mi cara de desaprobación.-Osea, que...muchas gracias Ian, en serio.-veo la sinceridad en su mirada, y, sin esperármelo, recibo un abrazo de su parte.
Siento cómo se aparta bruscamente y al abrir los ojos me encuentro con una imagen que nunca olvidaré.
Nunca olvidaré su mirada de terror al tener a aquel hombre vestido todo de negro, con un pasamontañas que muestra solo sus ojos, tapándole la boca y cogiéndola en brazos. Ella empieza a llorar y a patalear. Yo permanezco paralizado hasta que reacciono y empiezo a gritar que la suelte, pero llega otro hombre con la misma vestimenta pero con los ojos claros y me coge del cuello.
-Cállate si no quieres que te matemos. Tú no has visto nada. Tu amiga no va a morir si no dices nada y tú tampoco. Si te chivas estaréis muertos los dos. ¿Entendido?-no asiento ni nada, solo lo miro con miedo, hasta que me suelta bruscamente haciendo que me golpee la cabeza, quedando inconsciente.
Me despierto agitado, noto que tengo los ojos llenos de lágrimas y que estoy completamente sudado. Hacía tiempo que no lo soñaba, pero, como siempre, el recuerdo vuelve para atormentarme. Siempre me arrepentiré de no haber dicho la verdad, de haber mentido que no sabía nada. Todos pensaron que se había escapado, ya que no tenía buena relación con su famillia y siempre fue muy rebelde. En ese momento tenía 11 años, pero ya han pasado 10, tengo 21 y ya soy más maduro. En ese momento tenía miedo de que le hicieran algo, que la mataran. Espero que hayan cumplido con su palabra y no le hayan hecho nada malo. Una parte de mí tiene la esperanza de que Sarah, mi primer amor, siga viva en alguna parte del mundo.
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Rose, Ashley Rose
Teen FictionSigo sin poder olvidarla. Sin poder olvidar aquel momento en que me arrebataron a mi primer amor. Aunque hayan pasado 10 años una pequeña parte de mí sigue con la esperanza de poder volverla a ver, de que esté viva a pesar de haber caído en las mano...