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Estaba ahorcándome con un cinturón para sentirme al borde de la muerte, me gustaba.
Primero apretaba fuerte, rostro rojo, impotencia, adrenalina, mareos y placer es lo que me proporcionaba ese sádico método de escape.

Después de tantas fiestas, drogas, sexo, maldades, peleas, carreras, robos, asesinatos y todo lo horrible que puedas imaginar, ya no me quedaba nada más que hacerme daño a mí misma.

Terrible, ¿no?¡Pués no! Joder, me pone muy caliente causar daño hasta hacia mí si hace falta.

Me quedaba una cosa en mi lista, follarme al mismísimo diablo.

Empecé un viernes santo a las doce por ahí, hice la mierda del ritual, pentagrama por aquí, sangre por allá, vísceras por aquí etc, y nada.

NADA.

No temía a nada, y por eso mismo creo que el Príncipe no me quería, pues carecía de alma.
A los dos días fui a una tienda yoruba, de santería cubana y les conté que quería llegar hasta el infierno.
-No mi reina, el infierno no existe, simplemente están las almas caídas.
Eso me dijo la mujer tan atractiva que me atendió.
-¿Me lo explicas en tu despacho?
Me insinué, sí me gustaba disfrutar de sexo con cualquiera.
-Mm sí acompáñame.
Tan solo necesitaba un poco de esa mujer para sacarle toda la información necesaria.

Se sentó en una silla incómoda de madera y pensó que me sentaría en la de enfrente, no obstante me dispuse a sentarme en su regazo y recorrer suavemente con mis manos sus pezones ya que no llevaba sostén.
-Sé que te pongo muy caliente, y sé que estás mojándote, tú me ayudas con mi problema y yo te haré sentir como una tremenda puta.
La cubana se quedó sin aliento, pese a mi forma de hablarle ya sabía yo como complacer a mujeres de su edad, les gustaba que las tratarán mal.
Tendría unos treinta y algo, pechos grandes, cara fina y labios gruesos, curvas y pelo largo aunque no era suyo.
-Por favor házlo.
Me suplicó.
Le pechizqué sus pezones mientras con la otra mano metía mi dedo en su boca y me disponía ha apartarle el short y masturbarla, chillaba y me besaba ferozmente.
Después de hacerla correr tres veces conseguí lo que necesitaba.
-Cuidado amor con este ritual, puedes desatar el caos.
-Caos te haré en el coño el próximo día que venga.
Cerró la boca y me fui.

Empecé matando una víbora y echándome su sangre en el cuerpo mientras bailaba para las almas.
Derrepente mi suelo de mármol empezó ha agrietarse y me adentré cuando se hizo suficiente hueco para que entrara.
Olía fatal, y notaba como la voz de mis padres estaba cerca.
-Davinnia, hija sácanos de aquí y llévanos al mundo terrestre.
Me quedé helada cuando los vi, hacia doce años que no los veía.
-Bien padres, déjenme investigar un poco.
Pasé de largo sin ni si quiera abrazarles y veía más almas atormentadas, como sujetando un techo.
"No los dejes salir linda, sería una catástrofe."
Buah, tonterías, necesito acción.
-Eh, almas caídas, seguidme y venid al mundo de los vivos.
Soltaron el techo que sujetaban y se acercaron a mí con ojos brillosos y lujuría, me empezaron a tocar por todo el cuerpo, a chuparme, arañarme, forzarme y hacerme disfrutar de gente no viva.
Incluso mis padres se apuntaron a la orgía.
Después de ser penetrada por muchas almas una canción se empezó ha escuchar, lejana pero audible.
Temblores indicaban que algo malo ocurriría.
Fuimos miles hacia arriba y en vez de encontrarme con mi habitación vi como un desierto cubierto por niebla negra ocupaba ese lugar.
-Gracias por sacarnos a la luz, los humanos están ocupando nuestro lugar a bajo y ahora solo habitaran la Tierra las almas caídas.

                       FIN

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⏰ Última actualización: Apr 10, 2017 ⏰

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Las almas caídasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora