Despertaba con el cuerpo apesadumbrado, veía la lámpara de la mesita de noche como la cosa más interesante, su cerebro procesaba que ya era de día, por lo que debía espabilar, así que sacudiendo sus cabellos entre los dedos, decidió incorporarse, escapando de las garras que le retenían a la cama, mismas que regresaron a su guarida dentro de las sabanas. Soltó una risilla al ver aquel bulto revolverse en el colchón. Se estiró una vez estuvo de pie, salió de la habitación encaminándose a la cocina, tembló ligeramente mientras se sobaba los brazos, hacía frío, sus gastados pans y camiseta de manga corta no parecían ser suficientes para soportar el invierno dentro de su propio hogar. Preparó la cafetera para dos tazas, ideando un posible desayuno que no irritara el ánimo de su pareja, quizás un omuraisu (N/A: omelet relleno de arroz sazonado), se pondría a ello.
Fue un largo año, si bien, Sasuke se comenzaba a abrir poco a poco, descubrió en carne propia lo duro que era ser pareja del mismo, no sólo estamos hablando del lado sexual insaciable o de su mal carácter, resultaba que también era excéntrico y bastante posesivo, aunque esta última parte le inflaba el ego de vez en cuando, presenciar sus "escenitas" de celos le hacía sonreír como un tonto, ganándose varias palizas en el proceso, pero lo valía, aunque claro, el Uchiha nunca admitiría que deseaba acapararlo, sólo reclamaba su territorio por supuesto, también su temperamento solía suavizarse estando solos en casa, mientras en el exterior volvía a ser el mismo arisco de siempre, nada que unas cuantas copas no le amansaran, después de todo, más de media torre Hokage sabía de su relación, sin embargo, nadie se atrevía a mencionarlo en voz alta.
Acababan de mudarse juntos, su insistencia dio frutos escasos días atrás, tomándole la palabra al momento para no dejarlo retractarse, en los rincones y pasillo principal se veían algunas cajas que hacía falta acomodar, después de todo, era cuestión de proponérselo tarde o temprano, al final terminaban pasando siempre sus días libres y fines de semana en la casa del otro (teniendo sexo como conejos o llevando una relación que se asemejaba a la de un par de ancianos casados durante mucho tiempo).
Se disponía a servir el primer omuraisu cuando sintió unos brazos envolverle desde la espalda, los vellos se le erizaron cuando unos húmedos besos se repartían en su nuca, así como el restregar de un cuerpo contra el suyo, el lóbulo de su oreja fue atacado para luego apreciar como una barbilla se acurrucaba en su hombro.
-Buenos días... -escuchó una sedosa voz que lo hizo vibrar por dentro.
-Buenos días... -tragó su saliva- ve a sentarte, ya está listo.
-Está bien –bostezó, abandonándolo, con torpeza, aún somnoliento tomó asiento en la pequeña mesa con dos sillas.
-Toma... -colocándole el platillo frente a él con una taza de café, sonrió divertido al ver que llevaba a modo de capa los cobertores.
-Gracias... -tomó una cuchara de un vaso con cubiertos en medio de la mesa- ¿Necesariamente tenemos que ir? –dijo con voz irritada.
-Sí, ya nos hemos levantado muy tarde –le contestó posicionándose al otro extremo del mueble con su respectiva porción de alimento- son casi las doce, todo por culpa de alguien que quería desempacar todas sus cosas anoche –recriminó.
-Lo siento, yo no puedo vivir con una montaña de cajas en la habitación –resopló.
-Como sea, debemos terminar de ordenar e ir por los trajes al alquiler, la boda es a las cuatro de la tarde.
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Secreto a voces
FanfictionHan pasado alrededor de diez años desde la última guerra, las naciones se encuentran en una paz casi inquebrantable, no es de extrañar que los jóvenes holgazaneen un poco, como todos los viernes una generación en particular se reunía, destacados co...