10 de noviembre de 1993Salí de bañarme y observe por la ventana.
Era un día precioso, muy soleado para mi gusto pero aún así no perdía su esplendor. Me había levantado muy de buen humor y sentía que hoy todas las cosas me iban a salir bien.
Prendí la radio.
En vez de una bella melodía estaba la voz del conductor:“¡Hay noticias! ¡Y de las buenas!—decia mientras yo estaba pensando en que hacer con mi vida— Parece que el líder de Soda Stereo, Gustavo Cerati, quiere alejarse un poco de soda e ir por caminos... mmm... solitarios. Primer disco, nuevo Amor Amarillo. ¡Escuchen!
¿Eh?
Empezó a sonar la canción y me puso la piel de gallina.
Había pasado casi un año sin vernos pero recordaba todo como si fuese ayer.
—¿Color favorito?—me preguntó Gustavo mientras me miraba a los ojos.
—¿Cual decís que sea?
Dudo unos instantes.
—Y... conociéndote, mi vida, creo que negro.
Me reí y le di un beso.
—No, de hecho tiene mucha luz.—contesté
—¿Blanco?—insistió
—No, es como el sol. Amarillo.
Me sonrió de manera tierna y me acarició el brazo.
—Entonces, nuestro amor es amarillo.—me dijo entrelazando su mano con la mía.
“Adentro tuyo, caigo del sol. Adentro tuyo, es único. Es único.”
Me senté en mi cama mientras la canción no dejaba de sonar y en mi boca se formaba un ligero puchero de tristeza.
Agarre el teléfono y marque él número. Las manos me temblaban del nerviosismo.
Hubo varios intentos pero no contestaba.
—Sofía... ¿que pasó?—me dijo una vez atendió. Me di cuenta que la canción seguia sonando así que fui y apagué la maldita radio.
—Hoy es el cumpleaños de Rosario, ¿Te olvidaste?—respondí.
—¡Ah, si! No, no me olvidé...—rio— ahora voy para allá y vamos a su casa, ¿queres?
Me limité a decir un "ajam" no tan sonoro.
—¿Que... que estabas escuchando?
Ay dios. Porque tiene que tener el oido tan despierto.
—No sé, Charly. Una canción de led Zeppelin creo. No sé.
Se escucho un suspiro y toma de aire.
—Dentro de un rato estoy en tu casa, ¿dale? No recuerdes cosas que no tendrías que recordar—me advirtió, y colgó.
¿Cosas como cuales? ¿que Gustavo saco nuevo disco con el que supuestamente era nuestro amor amarillo? No, no lo iba a recordar.
[...]
Estábamos en camino a casa de Rosario.
En todo el trayecto con Charly hablamos bastante. Se que me quiere porque es mi amigo y no quiere que caiga de nuevo en lo mismo; pero me es imposible sacarme a Gustavo de la cabeza.Llegamos y saludamos a mi amiga. Había hecho una mini fiesta y me sentía incómoda a pesar de que fuera como mi segunda casa.
—Lo invite a Gustavo...—me dijo Rosario una vez que estábamos solas.
Me sorprendió que el haya venido ya que se mudó a chile después de haberse casado. Le dije a mi amiga que no me importaba y lloré un poco en su hombro con la excusa de que estaba emocionada que estaba creciendo. Ella no me la creyó y me miro confusa.
Fui merodeando por la casa buscando un lugar donde no haya mucha gente.
La cocina.
Y ahí estaba él, parado en el marco de la puerta como la primera vez que me habló.
—¿Como estas? Hace muchísimo tiempo no te veo...—me dijo Gustavo dándome un beso en el cachete y tocandome el hombro.
—Estoy muy bien, gracias. ¿Y tu bebé?
La sonrisa que se le asomaba se le disolvió al instante.
—Estamos en la dulce espera todavía.—me dijo riéndose. Me miró cínico y yo hice lo mismo.—pero en cualquier momento llega.
—¿Que va a ser?—le pregunté. Claramente ese bebé sería una desgracia pero quería saber su sexo.
—Un nene. Un lindo nene.
Asentí. Ya entiendo la conexión de los dos, estamos dolidos. Aunque a él le importa menos.
—¿Por que amor amarillo? Existe otros colores...
—Pero ese me hacía acordar a vos. Me hiciste falta todo este tiempo.—me contesto. Sentí ternura.
—En todo caso, tendrías que haber hecho un disco conmigo. No con la corn...—me miró entre cerrando los ojos y me retracte.— Cecilia.—acoté.
—Estabas muy enojada como para llamarte exclusivamente para eso. Aunque, la verdad, el proceso de composición te lo regalo.
Sonreí vagamente.
—¿Te sigo importante si así puede llamarse? Porque vos a mí sí.
—Como se nota... Mucho no te importe, poco tiempo pasó y estas felizmente con Carlos, ¿no?
Era raro que lo llamara por Carlos.
—¡Somos amigos! Ni que fuera tan puta, Gustavo. Me extraña.—hice una pausa y el no dejaba de mirarme—. Me pude haber muerto y vos nunca me contestaste el teléfono.
—Pero ahora vez... Estas acá.
Lo mire mal y el me sonrió.
—Paso un año, Gustavo.
Se acerco a mi y pude ver cómo Rosario me miraba sorprendida por atrás. Si, Gustavo estaba muy cerca de mi pero sabía que no me iba a besar ni nada semejante.
—Te amo. Y me duele.—me susurro cerrando los ojos y cuando los abrió estaban llenos de dolor.
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Corazón Delator
Fanfic-Sofía es así, intensa. -Gustavo es así, sin ganas de responsabilidad. ¿Hasta cuando she podrá aguantar?